LIBRO DEL APOCALIPSIS
Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la esperanza en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la Palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente, como una trompeta, que decía: “Lo que veas escríbelo en el libro, y envíaselo a las siete iglesia de Asia”. Me volví a ver quién me hablaba, y al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellas una figura humana, vestida de larga túnica con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verla, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: “No temas, Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto, y ya ves, vivo por los siglos de los siglos; y tengo las llaves de la Muerte y del Infierno. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde”.
Dad gracias al Señor porque es bueno. Aleluya
Porque es eterna su misericordia. Aleluya.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Aleluya
Señor, danos la salvación. Señor, danos prosperidad.
Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
ORACIÓN
Dios de misericordia infinita, que reanimas la fe de tu pueblo con la celebración anual de las fiestas pascuales, acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, para que comprendamos mejor que el bautismo nos ha purificado, que el Espíritu nos ha hecho renacer y que la sangre nos ha redimido. Por Jesucristo, Nuestro Señor.
REFLEXIÓN
Con figuras e imágenes –no con vana e infundada imaginación-, nos escribe el autor del libro del Apocalipsis, que significa Revelación. Notablemente alejados de nosotros sus símbolos, hace que no nos resulte atractiva su lectura. Este Libro está escrito por un desterrado, y dirigido a quienes soportan tribulación por vivir la fe, por mantenerse fieles en la vida cristiana. No apaga la dificultad, mas sí alienta a seguir, consuela en la penalidad y fortalece la esperanza. Es un Libro de bálsamo en la espera paciente y fiel al Viviente y, ante todo, un canto de apasionado amor a Jesucristo, el Principio y el Fin, el Vencedor y Libertador.
La “visión” que inicia y es fuente de la composición del Libro sucede en domingo, en el día del Señor. El que habla es el Señor; se dirige a un desterrado, atribulado y perseguido; con el apremiante encargo de anunciarlo y llevarlo a quienes sufren por pertenecer a su comunidad, al grupo de sus discípulos. Palabras de este Libro nos serán proclamadas a nosotros, sus seguidores, cada domingo del Tiempo Pascual. En efecto, en no poca medida, nosotros hoy sufrimos, a causa nuestras incoherencias internas y de un ambiente en casi nada favorable, en nuestro deseo sincero de ser fieles a Jesucristo, en medio de su Iglesia. A veces sentimos la tentación de abandonarlo, de desligarnos de su comunidad. Nos puede estar ocurriendo como a Tomás, descolgado y ausente del grupo; como a Juan en Patmos, temeroso y desalentado, o al grupo de los diez apóstoles, silenciosos y encerrados a cal y canto por miedo. Sí, en la mañana del domingo, nos dice, como a ellos, no temas, paz a vosotros. Yo soy el que vive. Estaba muerto, pero mirad mis manos y mis pies taladrados ahora gloriosos por los siglos. Y desde Él podemos entender lo que nos sucede, comprender lo que ocurre a nuestro alrededor, lo que nos va a venir. Nos incorpora a Él; mediante su Espíritu nos introduce en su Muerte y Vida; nos asocia a su misión y destino. Cada Eucaristía, singularmente la dominical, es vivencia de este encuentro que Jesucristo quiere tener con nosotros. Es el Señor quien lo hace; es un milagro patente, cantamos.
Quédate con nosotros, la tarde está cayendo.
Quédate con nosotros, quédate
¿Cómo te encontraremos al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Detente con nosotros; la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.
¿Cómo sabremos que eres un hombre entre los hombres, si no compartes nuestra mesa humilde? Repártenos tu Cuerpo y el gozo irá alejando la oscuridad que pesa sobre el hombre.
Vimos romper el día sobre tu hermoso rostro, y al sol abrirse paso por tu frente.
Que el viento de la noche no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso en la mañana.
Arroja en nuestras manos, tendidas en tu busca, las ascuas encendidas del Espíritu;
y limpia en lo más hondo del hombre
tu imagen empañada por la culpa.
Quédate con nosotros, la tarde está cayendo.
Quédate con nosotros, quédate
NOTICIAS
El lunes 5 de abril enterramos en Almenara de Tormes a María Natividad Sánchez Blanco. Descanse en paz.
En la casi totalidad de las parroquias de nuestra Unidad Pastoral, los Ayuntamientos regalaron los ramos para el Domingo de ese día; queremos expresarle nuestra sincera gratitud. No es menor ella para cuantos habéis contribuido en la preparación y desarrollo de los actos religiosos de la Semana Santa. Igualmente a todos los que habéis tenido comprensión por la ausencia de los sacerdotes en algunas celebraciones y paciencia por el cansancio de sus gargantas.
En la parroquia de El Arco, un par de hombres hallaron la vieja carraca y, después de desempolvarla, como antiguamente la agitaron y movieron por el pueblo en los momentos previos a las celebraciones de la Semana Santa. Aunque algo desdentada, consiguió rejuvenecer los rostros de los mayores, y que los de los niños y jovencitos mostraran sorpresa, asombro e interrogación. Una anécdota simpática.
El jueves 15 de abril, de 11.00 a 14:00 horas, se va a presentar en la Casa de la Iglesia el ITINERARIO DE FORMACIÓN CRISTIANA PARA ADULTOS de la Conferencia Episcopal Española. La presentación correrá a cargo de Mons. Elías Yanes Álvarez, arzobispo emérito de Zaragoza y director de esta obra.
DICHOSOS LOS QUE CREAN SIN HABER VISTO
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