sábado, 4 de diciembre de 2010

HOJA 40

LA PALABRA DE DIOS


“En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor… Aquel día la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada”. Isaías 11, 1.10 (Primera Lectura)

“Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza”. Romanos 15, 4 (Segunda Lectura)

“Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea predicando: Convertíos porque está cerca el Reino de los cielos…. Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones pensando: ‘Abrahán es nuestro padre’, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras”. Mt. 3, 1-2. 7-9



NUESTRA PLEGARIA

Señor, Padre Santo,

Dios todopoderoso y eterno,

te damos gracias siempre por Cristo, Señor nuestro.

Quien al venir por vez primera

en la humildad de nuestra carne,

realizó el plan de redención trazado desde antiguo

y nos abrió el camino de la salvación;

para que cuando venga de nuevo

en la majestad de su gloria,

revelando así la plenitud de su obra,

podamos recibir los bienes prometidos

que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.

Por eso te alabamos y cantamos sin cesar.

ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, que nos mandas abrir camino a Cristo, el Señor; no permitas que desfallezcamos en nuestra debilidad los que esperamos la llegada saludable del que viene a sanarnos de todos nuestros males. Por Jesucristo, nuestro Señor.

AL HILO DE LA PALABRA

El desierto, no sólo como espacio físico sino también, y muy principalmente, como situación existencial, ha sido usado por todos los profetas como el ámbito apropiado para escuchar a Dios, para la conversión. El desierto indica indigencia y pobreza que son el campo idóneo para la esperanza; de ahí que la Iglesia, nosotros, la comunidad de creyentes en Jesucristo, ha de recorrer ese camino de desierto para rehacerse. Existen numerosos síntomas de que atravesamos un desierto de fe. A diferencia de otras épocas, hoy la vida cristiana, el ejercicio de la fe ha quedado a la intemperie.

A decir verdad, la invitación del Bautista encuentra en la mayoría de la gente una excelente acogida; esta favorable disposición y, muy singularmente, su fidelidad a Quien lo ha enviado le dan pie para exigirles con hondura la conversión. Orgullosos de pertenecer al pueblo elegido –“hijos de Abrahán”- se consideran dispensados de toda penitencia y conversión, de todo esfuerzo de preparación a la venida del reino de Dios. Sería como si nosotros dijéramos: estamos bautizados, casados por la Iglesia, acudimos algunos domingos y a todos los funerales, no asesinamos…, ¿no somos hijos de la Iglesia? Convertiríamos esto, tan poquito, en un vano privilegio que elude la responsabilidad, la acción, los frutos de una vida diaria según Dios. Esa maniobra de eludir la llamada a una fe creciente y confesante, a una esperanza viva en Dios, al amor que constantemente requieren todos los momentos de la existencia, sería tan vana y mentirosa hoy como lo fue en aquella época el exclamar: “somos hijos de Abrahán”. Esperar en Dios, volver a Él –eso es la conversión- es a lo que nos insta el Adviento; vigilantes para no caer en el autoengaño o complaciente indiferencia, que sería como el veneno de la víbora. Aunque sean pasos pequeños –como un incipiente brote en raíz seca-, si son decididos y sinceros, el aliento y el consuelo de Dios los encaminarán hacia su Reino, hacia su Hijo que llega a nosotros.

NOTICIAS

+ Celebramos el sábado pasado en Almenara las bodas de oro de Alejandro y Consuelo. Enhorabuena por esos 50 años de convivencia.

+ Hemos recibido muchas llamadas de preocupación por parte de muchos padres y madres de nuestra unidad pastoral. El motivo de su inquietud es que sus hijos e hijas “no les da por echarse novio o novia”, dicen que están muy a gusto en casa con la comida, la ropa planchada, el calor, sin pagar hipoteca. Sobre todo las madres dicen que ya es hora de poder descansar un poco después de tantos años. Por eso tendremos una reunión el último martes de este mes. Ya os informaremos.



YO TE SALUDO, MARÍA,



Yo te saludo, María,

porque el Señor está contigo,

en tu casa, en tu calle, en tu pueblo,

en tu abrazo, en tu seno.


Yo te saludo, María,

porque preguntaste lo que no entendías

-aunque fuera un mensajero divino-

y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,

sino que tuviste diálogo y palabra propia.


Yo te saludo, María,

porque concebiste y diste a luz un hijo,

Jesús, la vida;

y nos enseñaste cuánta vida hay que gestar

y cuidar si queremos hacer a Dios presente.


Yo te saludo, María,

porque te dejaste guiar por el Espíritu

y permaneciste a su sombra,

tanto en la tormenta como en la bonanza,

dejando a Dios ser Dios

y no renunciando a ser tú misma.


Yo te saludo, María, hermana peregrina.

Camina con nosotros,

llévanos junto a los otros

y mantén nuestra fe. (Florentino Ulibarri)



NUEVO ADVIENTO

Señor te esperamos

En el nuevo adviento

Vienes a salvarnos,

Vamos a tu encuentro.

Se oye desde lejos la voz de Isaías

que anuncia al Mesías, le llaman Emmanuel.

Juan nos lo señala, cordero inmolado

que quita el pecado, vayamos con Él.

Con la Virgen Madre la Iglesia está unida

en vela encendida de fe y de oración.

La Virgen María del sol es la aurora

ya llega la hora de la salvación.

Ven a nuestro mundo, Señor que te espera, comience una era de luz y verdad.

Rásguense los cielos y baja a salvarnos

pues vienes a darnos tu amor y tu paz.



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