sábado, 29 de enero de 2011

HOJA 45


LA PALABRA DE DIOS


Buscad al Señor los humildes, que cumplís sus mandamientos; buscad la justicia, buscad la moderación, quizá podáis ocultaros el día de la ira del Señor. Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. (Sofonías 2,3; 3,12) Primera Lectura

Hermanos: Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas… Aún más, ha escogido (Dios) la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. (1ª Corintios 1, 26-29) Segunda Lectura


Dichosos los pobres en el espíritu,


porque de ellos es el Reino de los Cielos

El Señor hace justicia a los oprimidos,

da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos.

El Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan,

el Señor ama a los justos,

el Señor guarda a los peregrinos,

y trastorna el camino de los malvados.

Dichosos los pobres en el espíritu,

porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Oración

Reanimados por los dones salvadores que nos otorgas, te suplicamos, Señor, que la Palabra y el Pan de la vida eterna nos hagan crecer continuamente en la fe verdadera. Por Jesucristo nuestro Señor.


REFLEXIÓN

El Evangelio, en su conjunto, a nadie deja indiferente; mas hay en él páginas muy concretas de las que se puede afirmar eso con mayor fuerza. Una de ellas, sin duda alguna, es aquella en la que encontramos las Bienaventuranzas. A algunos les ha producido rechazo, mofa o incredulidad; a no pocos les deja sanamente perplejos, les suscita la reflexión y el examen más o menos intenso y perseverante. Y una multitud nada desdeñable, a lo largo de los veinte siglos, ha encontrado en ellas la fuente de la alegría y, acogiéndolas en sus vidas, con más o menos intensidad, las han tenido como marco de actuar e indicación para su peregrinaje terreno.

Estos últimos son los santos, canonizados o desconocidos. Adhiriéndose a Jesucristo –las bienaventuranzas son su retrato-, han consentido que Dios sea su principal riqueza, el tesoro de su corazón, de cuyo contenido hablan sus bocas y mueven sus obras. Lejos de dejarse llevar por el arrebato o la ira, son sufridos, pacientes, mansos y humildes de corazón. Semejantes a los israelitas que lloraban junto a los cauces de los ríos de Babilonia, añoran y ansían una tierra y un mundo en el que Dios sea el centro y los hombres y mujeres que lo habitan se sientan sus hijos y se amen como hermanos. Con esa ardiente aspiración que producen el hambre y la sed buscan con ardor la justicia y la fraternidad. Dejando a un lado los perjuicios recibidos conceden el perdón a sus prójimos, al tiempo que usan de la misericordia con el desamparado, el caído o el pecador. Acogiéndose a la paz que Dios nos otorga en Jesucristo, buscan la forma de implantarla en los corazones enfrentados por el atropello, el dolor, la violencia de sus prójimos. Ellos mismos se sienten necesitados de la limpieza de corazón para acercarse a Dios o, mejor aún, para que Dios pueda entrar todavía más en su corazón.

Señal de todo esto, como sucedió en Jesús y sucede en los santos, será el entorno hostil que a veces rodea al que vive las bienaventuranzas. Y es que sucede que siempre, necesariamente, el bien provoca al mal, lo saca de sus casillas y, sufriéndolo, lo vence y anula. Los discípulos de Jesús, objeto de atención de todo ambiente hostil, suscitan, sin buscarlo, juicios desfavorables que llegan hasta el insulto, la calumnia y la persecución

CANCIÓN

Cuando el pobre nada tiene y aun reparte,

cuando un hombre pasa sed y agua nos da,

cuando el débil a su hermano fortalece,

va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

Cuando un hombre sufre y logra su consuelo,

cuando espera y no se cansa de esperar,

cuando amamos, aunque el odio nos rodee,

va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

Cuando crece la alegría y nos inunda,

cuando dicen nuestros labios la verdad,

cuando amamos el sentir de los sencillos

va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

Cuando abunda el bien y llena los hogares,

cuando un hombre donde hay guerra pone paz,

cuando hermano le llamamos al extraño

va Dios mismo en nuestro mismo caminar.


NOTICIAS

+Enterramos el sábado 22 en San Pelayo de Guareña a Jesús Bravo Hernández. Descanse en paz.

+Enterramos el miércoles 26 en Valverdón a Pedro Rodríguez Márquez. Descanse en paz.

+Delicado de salud pero muy activo y servicial con todos; había sostenido con asidua puntualidad y abnegada dedicación el hogar de los jubilados, fiel servidor en la sacristía y acciones del culto hasta el final. Era Evaristo Iglesias, al que dimos sepultura el 24 de los corrientes en Zamayón. Descanse en paz.

LOS PADRINOS

La importancia de los padrinos en los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Matrimonio es grande. Les viene esa importancia de la naturaleza misma de los Sacramentos en los que intervienen. Por el Sacramento del Bautismo nos incorporamos a Jesucristo, a su Misterio Pascual; respondemos a la llamada de Dios y, por la respuesta de fe confesada en medio de la comunidad seguidora de Jesús, la Iglesia, acogemos la paternidad divina. En el caso del Bautismo, cuando el bautizado es pequeño, los padres son los primeros y principales responsables de la educación de la fe de su hijo. El mismo Rito del bautizo lo subraya en diversos momentos. Los padrinos son aquellos que han de ayudar a los padres en esta tarea; es lógico que sean hombres de fe y, dado que son adultos, hayan mostrado conforme a su edad los pasos del itinerario del seguimiento al Señor. Estos pasos se realizan y celebran en los Sacramentos que llamamos de Iniciación cristiana: Bautismo, Eucaristía y Confirmación. De todo esto deriva la implantación de la prescripción de que los padrinos hayan vivido ese recorrido: Bautismo, Eucaristía y Confirmación. En las próximas hojas seguiremos desarrollando esto tan importante: los padrinos han de estar confirmados.

viernes, 21 de enero de 2011

HOJA 44

SURGIÓ UNA LUZ QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS


DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 4, 12-23


Al enterarse Jesús que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neptalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: “País de Zabulón y país de Neptalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.”

Entonces empezó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos.

Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencia del pueblo.



El Señor es mi luz y mi salvación


El Señor es la defensa de mi vida;


¿quién me hará temblar?


Una cosa pido al Señor, eso buscaré:


habitar en la Casa del Señor…


gozar de la dulzura del Señor.


Espero gozar de la dicha del Señor


en el país de la vida.


Espera en el Señor, sé valiente;


ten ánimo, espera en el Señor.





REFLEXIÓN

El pasaje del evangelio de este domingo, día del Señor y de la entera comunidad de sus seguidores, se estructura bajo estos elementos: un tiempo concreto, unos lugares determinados, un anuncio claro y diáfano, unos personajes tan reales como corrientes y unas acciones de esclarecedor significado. Releamos y veamos.

Sucede justamente cuando es acallada la voz de quien ha venido pregonando la llegada inminente de una singular intervención de Dios. Tiene lugar en la parte considerada menos creyente del pueblo de Israel cubierta de sombra y tiniebla, en medio de los alejados, cansados y abatidos. Hay un grito a la urgencia de la fe. Se da lugar a la respuesta inmediata a esa llamada para incorporarse a quien habla y llama en el nombre del Reino, que se abre camino subyugando las fuerzas que causan dolencia y conducen a las sombras de la muerte. Todos estos hechos tienen un punto que los une entre sí; no es un punto imaginario o mental sino que es una persona: Jesucristo. De Él dimana todo. Ha entrado en la historia, ha bajado a buscar lo que estaba perdido, pregona el abrazo de Dios –que es el Reino-, llama a entrar en él y despliega la fuerza que nos libera de la muerte definitiva.

Esta es la Palabra evangélica que hoy nos llega, que es pregonada y resuena entre nosotros. Es el acontecimiento que hoy nos alcanza. ¿Cómo recibir esta Palabra y este acontecimiento? Se nos ocurren dos muy importantes, entre muchas. Una adhesión firme a Él; eso es seguirle. Decidida, inmediatamente. Muy probablemente, a la inmensa mayoría nos pide que cambiemos de oficio, profesión o labores; lo que nos pedirá es que pongamos al hombre, a la persona, a nuestros prójimos en el centro de todas ellas. Aquellos eran pescadores de peces: “os haré pescadores de hombres”. Que nuestro quehacer diario sea fuente de alegría y curación para los hombres y mujeres que os rodean. Pongamos en nuestros trabajos y ocupaciones el mismo amor que de Él recibimos.



Tú has venido a la orilla,



no has buscado ni a sabios ni a ricos.


Tan sólo quieres que yo te siga.


Señor, me has mirado a los ojos,


sonriendo has dicho mi nombre.


En la arena he dejado mi barca:


junto a Ti buscaré otro mar.


Tú sabes bien lo que tengo,


en mi barca no hay oro ni espada,


tan sólo redes y mi trabajo.


Señor, me has mirado a los ojos,


sonriendo has dicho mi nombre.


En la arena he dejado mi barca:


junto a Ti buscaré otro mar.


Tú necesitas mis manos,


mi cansancio que a otros descanse,


amor que quiera seguir amando.


Señor, me has mirado a los ojos,


sonriendo has dicho mi nombre.


En la arena he dejado mi barca:


junto a Ti buscaré otro mar.


Tú, pescador de otros lagos,


ansia eterna de hombres que esperan.


Amigo bueno que así me llamas.


Señor, me has mirado a los ojos,


sonriendo has dicho mi nombre.


En la arena he dejado mi barca:


junto a Ti buscaré otro mar



CONFIRMACIONES EN PALACIOS DEL ARZOBISPO

El domingo 16 de enero celebrábamos en Palacios la confirmación de Alejandro, Agustín, María Ángela, Marisa, Eladio, Ismael, María, Bonifacio, Cecilia, Delfín, Francisco, Nuria, María Concepción. El menor tenía 22 años y el mayor 39 años. Durante un tiempo han asistido a catequesis para prepararse a este sacramento. Cuando nacieron sus padres les bautizaron e intentaron educarles en la fe en Jesús. Hoy, ya adultos, han querido decir sí a Jesús, sí a vivir la fe en la Iglesia.

D. Carlos, el obispo, les felicitaba por esta opción cristiana, pues hoy no está de moda prepararse para celebrar los sacramentos, y su gesto tiene doble valor. Nos felicitamos por ello.

Del mismo grupo surgió la idea de seguir reuniéndose y preparar alguna obra de teatro, puede ser algo interesante, divertido y útil para todos.

VARIOS

Dado que en algunos ha suscitado gran sorpresa y algo de desconcierto la noticia de que es necesario estar confirmado para ser padrino del Bautismo, iremos comentando en hojas sucesivas este particular. Lo primero que queremos decir es que no es algo inventado por nosotros, algo nuevo, como por ejemplo los horarios de Misa. No. Siempre ha sido así. Y es algo que no está en nuestras manos el cambiarlo. Lo prescribe el Código de Derecho Canónico que es, por decirlo de algún modo, el ordenamiento jurídico y práctico de la sociedad de la Iglesia, al menos, en su aspecto externo. Intentaremos explicar en hojas sucesivas cómo esta normativa no es caprichosa o arbitraria, sino que responde ajustadamente a la naturaleza del cristiano y del mismo Sacramento.

REFLEXIÓN AL COMENTARIO RECIBIDO

A nuestro blog ha llegado este texto anónimo que transcribimos íntegro. Dice así:


“Es que hay tantas cosas que estan ustedes cambiando. Por ejemplo la colocación de las cosas en las iglesias, Don Miguel por ejemplo está quitando el encanto de nuestras iglesias, si llevan así colocadas las cosas mas de 50 años porque tiene que cambiar todo a su gusto, limitese a dar misa y deje las cosas de los vecinos en su sitio que le aseguro que aprecian mas sus iglesias que usted”


Esta es la primera y última vez que publicaremos un anónimo. La práctica del anonimato no es especialmente laudable; contestar habitualmente a ellos se asemejaría a la aceptación de esa forma poco elegante de comunicarnos.

Desde el primer día que nació el blog damos la oportunidad de enviar sugerencias sobre lo que en él aparecía. Seguimos estando convencidos que las aportaciones, comentarios sobre los textos bíblicos u otros escritos que cada semana aparecen enviados por ustedes pueden ser útiles para todos nosotros. Pensamos que el anónimo recibido no entra en esa dirección y lo lamentamos.

Estimado-a autor-a del anónimo, nos da pena que esté usted tan enfadado-a. Creemos y se lo decimos con respeto que, desde ese enfado, como mínimo, exagera usted no poco. ¿Hemos cambiado todas las cosas en todas las iglesias?

Los cambios forman parte de la vida. Nosotros mismos, las personas, sin perder nuestra natural identidad, cambiamos. Y fíjese usted lo que han cambiado nuestros pueblos: sus calles, las fuentes, el alumbrado, las casas de los vecinos; las que han nacido, han sido encauzadas, corregidas; las que han desaparecido o están a punto de desaparecer. El templo, que es de la parroquia de cada pueblo, no escapa, no puede escapar a esos cambios; eso supondría que viviría al margen de la vida de los parroquianos. Usted mismo-a indica con claridad que hace algo más de 50 años las cosas sufrieron un cambio en su colocación; por ejemplo, algo tan importante como es el altar. Y pensamos que usted mismo-a comparte con nosotros la firme sospecha que hace 100 años estaban de otra manera, posiblemente se retiraron imágenes, reclinatorios… Algunas de las iglesias de nuestra Unidad Pastoral han experimentado una seria reforma en los últimos años. ¿Se ha hecho por gusto? Probablemente se ha llevado a cabo gustosamente, mas no por capricho. Los principales tesoros y encantos que guardan y cobijan las iglesias son el Santísimo Sacramento y la Palabra de Dios que es proclamada y acogida en ella y que se realiza sacramentalmente en el Bautismo, la Penitencia y demás Sacramentos cristianos. Estos tesoros y encantos no desaparecerán ni siquiera cambiando de sitio el Sagrario, el ambón, la pila bautismal, el confesonario o el altar.

Indudablemente un buen grupo de feligreses de nuestra Unidad Pastoral no sólo asisten asidua y fervorosamente a las celebraciones litúrgicas sino que también se ocupan de los arreglos necesarios, de la limpieza y aseo de los vasos sagrados, manteles… y aman a nuestras iglesias. ¿Más que nosotros? ¿Menos que nosotros? Dejemos eso; toda comparación es odiosa.

No sabemos si es un ruego, un deseo o una orden el que nos limitemos a dar Misa. Sea lo que sea, le aseguramos que no lo vamos a cumplir; ni en el supuesto (que sería demasiado suponer!) que sea usted el o la portavoz de los vecinos. Aunque con múltiples deficiencias seguiremos exhortando a los padres en la preparación de sus hijos para el Bautismo, acogiendo a los niños, jóvenes y mayores en la catequesis, preparando a quienes lo necesiten y no rehuyan para el Matrimonio, poniendo nuestro granito de arena a favor de un clima de sano entendimiento y concordia entre nuestros feligreses, acompañando en la oración a los familiares de los difuntos, alentándoles a la fe y a la esperanza a todos en cualquier momento. Intentamos e intentaremos estar cercanos y disponibles a los que viven solos, a los necesitados. Sabemos que somos falibles y no siempre acertaremos, pero de ningún modo nos limitaremos a decir Misa. Le rogamos que rece a Dios por nosotros para que logremos hacer todo eso, más y mejor.

Permítanos una última palabra. Tenemos casi como seguro que su escrito es fruto de un enfado. ¿Le hemos hecho algún daño? Si bien es verdad que no siempre lo que nos gusta o deseamos coincide con lo que conviene y necesitamos, nos gustaría resarcir, en lo que sea justo y acertado, la ofensa que hayamos podido hacerle. De todos modos, nos tiene a su disposición para una conversación distendida y aclarar lo que juzgue oportuno.

Un saludo para usted y todos los suyos

sábado, 15 de enero de 2011

HOJA 43


ESTE ES MI HIJO, UN TROCITO DE MI QUE ESTÁ CON VOSOTROS


PALABRA DE DIOS


El Señor me dijo: “Tú eres mi siervo de quien estoy orgulloso…; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.” (Isaías 49, 3.6) Primera Lectura

Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo, por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Jesucristo, al pueblo santo que Él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan en nombre de Jesucristo Señor nuestro y de ellos. (1ª Corintios 1, 1-3) Segunda Lectura

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. (Juan 1, 29) Evangelio



Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Yo esperaba con ansia al Señor:

Él se inclinó y escuchó mi grito;

me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios.

Tú no quieres sacrificios no ofrendas,

y en cambio me abriste el oído;

no pides sacrificio expiatorio,

entonces yo dije: “Aquí estoy”.

ORACIÓN

Derrama, Señor, sobre nosotros tu espíritu de caridad para que, alimentados con tu Palabra y tu Pan, permanezcamos unidos en el mismo amor. Por Jesucristo nuestro Señor.

REFLEXIÓN

Si releemos nuevamente la segunda Lectura, redescubrimos de nuevo quiénes somos nosotros; se visualiza con mayor claridad cuando estamos reunidos en el templo. Somos una asamblea de hombres y mujeres llamados por Dios, consagrados por Jesucristo; somos la iglesia de Dios. Mas no en exclusividad, de forma aislada, independiente; antes, al contrario, existe un vínculo de unión con todos aquellos que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo. Ese vínculo de unión, que brota del Padre común, es Jesucristo, Siervo y Luz de las naciones, Cordero de Dios para el mundo, Señor nuestro y de ellos. Y es que universal –para las naciones, para el mundo, para todos ellos- es el señorío de Dios, hecho deseo salvífico en el Siervo y Luz, Cordero y Señor. Repensar esto es muy importante, porque no sólo es el inicio y el fundamento de nuestra fe sino también la indicación acertada para el camino de ella. Veamos lo que hemos rezado en el conjunto del salmo y del estribillo en particular.

“Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Son palabras que, ante todo, expresan la vida de Jesús; pero también las de María, la Virgen Madre, y también han de ser las de todo cristiano, de nosotros los llamados y consagrados por Dios, de nosotros la comunidad de la Iglesia. Realizar la voluntad de Dios es la contestación acertada que daremos los llamados por Dios; es la fe, la respuesta amorosamente libre a Él. No basta y, menos aún podemos reducirla a unas prácticas, aunque daten de muchos años, en honor de san Roque, santa Rita, san Antonio… u otro santo, mientras despreciamos, por ejemplo, el Día del Señor. No. Es la voluntad del Señor la que hemos de buscar, amar y cumplir. Necesitamos, hoy muy probablemente más que antes, conocer con mayor intensidad a Jesucristo, su Evangelio y hacerlo vida en nuestras vidas. Es un proceso muy conveniente que casi olímpicamente lo dejamos a un lado, creemos que podemos prescindir de él. Deberíamos exigirlo, mucho más que otras cosas que encargamos. Mucho más. Sin este deseo firme de dejarnos encontrar por Dios, de poner de nuestra parte cuanto lo facilite, cortaríamos la transmisión de la fe, vaciaríamos los Sacramentos que el Señor ha legado a su Iglesia. Esto es muy serio.

UN NUEVO AÑO

Ha pasado el tiempo de Navidad y estamos transitando ya los primeros tramos del nuevo año. Una vez más el Señor ha plantado su tienda en este mundo, lo que nos llena de fe y esperanza y nos invita a llenarlo de amor. Un plan bonito; ser cristiano es hermoso. El año viene con temores fundados, lo económico va mal en general y muy mal para algunos; los verdaderos valores menguan en cotización. No nos equivocamos mucho si afirmamos que la situación, en diversos aspectos, es preocupante. Siempre hemos necesitado unos de otros. Quizá no está en nuestras manos la solución a los más graves problemas; sin embargo, sí que está a nuestro alcance preguntar a cualquier prójimo: ¿qué quieres que haga por ti?.

Los clásicos decían “si está de Dios saldrá bien”. Eso le pedimos para todo, la Unidad Pastoral, cada parroquia, cada familia, los avatares de la economía, de la cultura… Y que sepamos aproximarnos a los que lo pasan mal y quizá quejarnos un poco menos si a nosotros no nos llega todo lo que exigimos. No olvidemos que en la vida se pasa mal muchas veces, unas por cosas muy importantes y otras por menos. Lo hermoso es encontrar una mano que se deje coger, un aliento que aliente, un hombro que invite a reclinar la cabeza, un corazón que sepa escuchar… ¿Lo harás?

NOTICIAS

+El 8 de enero bautizamos en Santiz a Héctor, hijo de Roberto y María Pilar.

+Hoy 16 de enero nuestro obispo D. Carlos estará presente en Palacios del Arzobispo para celebrar el sacramento de la Confirmación.

miércoles, 5 de enero de 2011

EPIFANIA- (LA LITURGIA)



La liturgia posconciliar ha sido totalmente fiel a la tradición romana y occidental de la fiesta de la manifestación del Señor . Por eso contempla el mismo misterio de la Navidad en la solemnidad del 25 de diciembre; pero lo hace destacando dos aspectos muy concretos: el primero es la revelación de la gloria infinita del Hijo unigénito del Padre, y el segundo es la llamada universal de todos los pueblos a la salvación de Cristo. Ambos aspectos están, no obstante, entrelazados.

"¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;


la gloria del Señor amanece sobre ti" (Is 60, l).


El texto lírico del profeta de la consolación de Israel, primera lectura de la misa y del Oficio de lectura , invita a mirar con esperanza al futuro, a la gloriosa epifanía del final de los tiempos, que ya ha sido cumplida anticipadamente en el nacimiento de Jesús:

"Mirad que llega el Señor del señorio;

en la mano tiene el reino,

y la potestad y el imperio" ( intr. ).


"Rey de reyes y Señor de señores" (Ap l9, l6), viene, como corresponde a su dignidad regia, precedido de una estrella (cf. Mt 2, l-l2: ev .). "Los reyes de Tarsis y de las islas le pagan tributo; los reyes de Saba y de Arabia le ofrecen sus dones, ante él se postran todos los reyes de la tierra" (Sal 71, l0-ll: salmo r .); éste es el tema que destaca, ante todo, la liturgia de las Horas, tomando los salmos mesiánicos del Rey-Mesías: el l35 ( Vg l34), el 72 ( Vg 71), el 96 ( Vg 95), el 97 ( Vg 96), el 98 ( Vg 97, etc.; y cantando el himno cristológico de l Tim 3, l6 ( l Vís .), enmarcado en la siguiente antífona, que nos da la clave del papel que los Magos desempeñan en esta solemnidad:

"Esta estrella resplandece como llama viva

y revela al Dios, Rey de reyes;

los Magos la contemplaron

y ofrecieron sus dones al gran Rey"

En efecto, los Magos son los reyes anunciados por el Salmo 72 ( Vg 71), y le ofrecen oro e incienso, como profetizó Isaías (cf. lª lect .). La creencia popular, otra vez, se da la mano con la interpretación que la liturgia hace de la Biblia. Pero es significativo el simbolismo de los dones ofrecidos: oro como Rey, incienso como Dios -el pueblo añadirá: mirra como hombre, porque esta goma resinosa y perfumada aparece en la pasión (cf. Mc l5, 23; Jn l9, 39)-. Los Magos no sólo han reconocido al Rey-Mesías que buscaban, sino que han adorado al Dios que se les manifestó, La honestidad del sabio que busca la verdad con humildad y constancia, recibe como premio la revelación del que es la Sabiduría infinita de Dios.


La Iglesia, también con humildad y sencillez, reconoce que "los dones" que ofrece "no son oro, incienso y mirra, sino Jesucristo, el Hijo de Dios, que se manifiesta, se inmola y se nos da en comida" en el misterio eucarístico ( superobl. ). La liturgia nos dice así donde podemos nosotros buscar y encontrar al Cristo que adoraron los Magos.

Pero esta manifestación de la divinidad del Rey-Mesías es también revelación de la salvación destinada a todos los hombres: "Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo por el evangelio", dice San pablo (Ef 3, 2-3.5-6: 2ª. lect .). Y añade San León Magno "Celebremos con gozo espiritual el día que es el de nuestras primicias y aquel en que comenzó la salvación de los paganos" ( lect. patr. Of. Lect .).

La colecta de la misa lo declara también: "Señor, tú en este día revelaste a tu Hijo unigénito, por medio de una estrella, a los pueblos gentiles", mientras el prefacio da gracias por ello:

"Porque hoy has revelado en Cristo,

para luz de los pueblos,

el verdadero misterio de nuestra salvación;

pues, al manifestarse Cristo en nuestra carne mortal,

nos hicistes partícipes de la gloria de su inmortalidad".

MONS. JULIÀN LÒPEZ

sábado, 1 de enero de 2011

FELIZ 2011

Oh, Dios Padre, de todo y de todos, tú que de manera admirable los has creado todo y a los hombres y mujeres les has restaurado en la Gracia por el Nacimiento de tu Hijo, concédenos acercarnos a tu divinidad, como Jesús ha vivido plenamente nuestra humanidad.


LECTURA DEL LIBRO DEL ECLESIÁSTICO 24, 1-4.12-16LA PALABRA SE HIZO CARNE Y ACAMPÓ ENTRE NOSOTROS


La sabiduría hace su propio elogio, se gloría en medio de su pueblo. Abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades. En medio de su pueblo será ensalzada y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos. Entonces el Creador del Universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: habita en Jacob, sea Israel tu heredad. Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás. En la santa morada, en su presencia ofrecí culto y en Sión me estableció; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder. Eché raíces en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad.
Palabra de Dios






Glorifica al Señor, Jerusalén,

alaba a tu Dios, Sión:

que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,

y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.-



Ha puesto paz en tus fronteras,

te sacia con flor de harina;

él envía su mensaje a la tierra,

y su palabra corre veloz.


Anuncia su palabra a Jacob,

sus decretos y mandatos a Israel;

con ninguna nación obró así

ni les dio a conocer sus mandatos

LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS 1, 3-6.15-18



Bendito sea Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por eso yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cual es la esperanza a la que os llama, cual la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.

Palabra de Dios

HOJA 99

En aquellos días Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: Haremos to...