Sión decía: “Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado.” ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré. (Isaías 49, 14-15) Primera Lectura
No juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor…; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece. (1ª Corintios 4, 5) Segunda Lectura
Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso al segundo. No podéis servir a Dios y al dinero… Sobre todo buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos. (Mateo 6, 24. 33-34) Evangelio.
Descansa sólo en Dios, alma mía.
Sólo en Dios descansa en mi alma,
porque de Él viene mi salvación;
sólo Él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
De Dios viene mi salvación y mi gloria;
Él es mi roca firme, Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en Él,
desahogad ante Él vuestro corazón.
Descansa sólo en Dios, alma mía.
Oración
Iluminados y sostenidos con los dones de la salvación, te pedimos, Padre de misericordia, que por tu Palabra y sus sacramentos con que ahora nos fortaleces nos hagas un día ser partícipes de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
REFLEXIÓN
Si exceptuamos el tiempo cuaresmal y pascual, el resto del presente Año Litúrgico se alimenta del evangelio de san Mateo. En éste, a diferencia de los otros evangelios, hay dos palabras que aparecen frecuentemente; son dos palabras bien profanas: salario –a veces traducido como recompensa- y tesoro. Ambas quedan concentradas en otra no menos profana: dinero. Como todo hombre religioso, Israel sabía muy bien que Dios es el único Señor, el absoluto; que ante Él todo queda en muy lejano segundo plano. Tajante y seriamente Jesús lo resalta. En san Mateo nos advierte de los muy graves riesgos y daños que trae el amor al dinero, como sus consecuencias: por amor al dinero se abandona al hambriento y desguarecido, es motivo y origen de envidias y conflictos, incluso de homicidios, por amor al dinero se traiciona hasta a amigos y familiares y se propagan toda clase de bulos. ¿De qué maldad, de qué bajezas no son capaces los hombres que ponen el dinero –aunque sólo sea un dinerito- en el centro de su vida? Ante Dios y los hombres, responderán como Caín: ¿qué me importa a mí mi prójimo?
Y es que el “problema” del hombre reside en su centro de gravedad: ¿Qué es lo que dirige mi vida? ¿Qué es lo que me inclina en mis opciones? Quien coloca al dinero como absoluto no vive en paz, llena la vida de “cuidados y agobios”; aún teniendo más de lo que necesita, su vida está llena de preocupaciones innecesarias que le roban la tranquilidad; pero, sobre todo, vacío de Dios, se entrega a la vanidad, a la dureza, a la deslealtad… En el fondo, al igual que el pobre, busca la felicidad. A ella nos empuja la entraña misma de la vida, pues para ella nos ha regalado Dios la vida. Y es que la felicidad es una preocupación valedera, buscarla es un deber, usar de los medios necesarios es tarea ineludible; entre ellos, la laboriosidad, el esfuerzo inteligente y el compartir con el necesitado. Toda búsqueda alimentada por estos medios son síntomas del deseo de Reino y su justicia.
Buscar el Reino es entrever y saludar con gozo una realidad prometida, que aún no se tiene en posesión, a la que se aspira confiadamente en su Señor, el Padre que vela por toda su obra y, muy singularmente, por nosotros, sus hijos. Buscar el Reino es suplicarlo: “venga a nosotros tu Reino”; es también empezar a vivirlo aplicado a acoger la voluntad salvadora de Dios, practicando la justicia y la misericordia para que nadie carezca de lo necesario. Como tantas otras, estas palabras de Jesús nos invitan a mirar más allá de las apariencias; es una llamada de atención también a nuestro tiempo que ensalza el dinero, el tener. Puede que abra algunas puertas…¿pero de qué entrada? ¿de qué horizonte?
++++
Confiad siempre en Dios;
confiar siempre en Dios
es el camino recto.
A menudo nada sabes del mañana;
estás desorientado y lleno de cuidado.
Nada ves, todo te parece estar sin salida;
pero tú sabes que el Señor te ayudará.
Tú ves a la gente llena de codicia;
trabajar tan sólo para ganar oro.
Tú también sienes ganas de tener como ellos,
pero tú sabes que tu oro es el Señor.
Estás sin descanso hasta por la noche,
todo acobardado y te falta ánimo.
Siempre vas muy deprisa, siempre vas como huyendo;
pero tú sabes que sólo hayas paz en Él.
NOTICIAS
Hemos tenidos estos entierros esta semana:
María Antonia Sánchez Herrero
en Palacios el lunes 21
Agustín Herrero Mateos
en Palacios el martes 22
Gabriela Calles Sevillano
en Valverdón el miércoles 23.
Descansen en paz.
NUESTRA MISERIAY NUESTRA GRANDEZA
*Todos somos luz y oscuridad, sol y sombra, ángel y demonio, grandeza y miseria. Sólo el necio se siente divino, supra-humano y perfecto, pero el aprendiz de sabio asume y acepta sus debilidades y miserias, sus vergüenzas de hoy y sus nobles acciones de mañana…
*Dice Amado Nervo: “Un lobo, un tigre, una vez hartos, dejan los restos para sus compañeros. Sólo el hombre, una vez harto, niega lo que le sobra a su hermano y le deja morir de hambre a las puertas de su despensa. Esta actitud es privativamente humana”
*No lograremos ser buenos, nobles y generosos siempre…pero sí es posible que cada nuevo día de nuestra vida sean muchas más nuestras acciones bondadosas que las “malas”… más las verdades que las mentiras…. Más el bien que el mal… más los momentos de luz que los momentos de oscuridad.