sábado, 24 de septiembre de 2011

HOJA 67

Del Profeta Ezequiel:


Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo, y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá (18, 26-28) Primera Lectura

De la Carta a los Filipenses:

Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por envidia ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús. (Filipenses 2, 2-5) Segunda Lectura

Del Evangelio de san Mateo

En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.” Él respondió: “No quiero.” Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él contentó: “Voy, señor.” Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? (Mateo 21, 27-31) Evangelio

Oración

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre, creado a tu imagen.

Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto de la creación y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y paz, en Cristo, el hombre nuevo.

Por eso, te cantamos con alegría.





Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.

Señor, enséñame tus caminos,

instrúyeme en tus sendas,

haz que camine con lealtad;

enséñame, porque Tú eres mi Dios y Salvador,

y todo el día te estoy esperando.

No te acuerdes de los pecados.

El Señor es bueno y recto

y enseña el camino a los pecadores;

hace caminar a los humildes con rectitud,

enseña su camino a los humildes.

Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.





REFLEXIÓN

A igual que el domingo pasado, hoy, como los dos próximos el Maestro nos está instruyendo con parábolas. Nos hablan éstas de personas que se encuentran en una situación envidiable: hijos, obreros afortunados, invitados a un banquete. Pero tales personas no están a la altura de la situación que se les había ofrecido y otorgado; terminan siendo reemplazados por otros, no sin haber sufrido un castigo ejemplar. El pasaje evangélico de hoy es más inquietante, pues la trama no ocurre entre un rey y sus súbditos, entre un propietario y unos asalariados, sino en el ámbito familiar, en la intimidad de las relaciones del natural respeto y hondo afecto. A nosotros, los oyentes de hoy, lo primero que asoma en nuestra mente es la interrogación sobre la identidad actual de estos personajes. ¿Quiénes son estos hijos, los contratados para trabajar en la viña…, los invitados a las bodas del príncipe?

Podemos rastrear un poco en nuestra propia historia cuántas veces hemos dicho “no” y, después, lo hemos anulado con nuestras obras. Y, al revés, en ocasiones hemos prometido y no lo hemos cumplido. Y todo ello en asuntos muy serios. Los padres, al presentar a sus hijos para el Bautismo, aseguran educarlos en la fe de la Iglesia ¿lo menos cumplido siempre? Hemos afirmado estar dispuestos, con las palabras y las obras, a ser un ejemplo de fe y amor, ¿lo hemos cumplido? ¿les hemos enseñado con nuestros consejos y actuaciones? Y también, claro está, nos hemos negado -por poner un par de ejemplos, que cualquiera puede multiplicarlos-, en un primer momento a hacer algo que nos costaba y finalmente lo hemos realizado: las veces que hemos sentido la envidia y la hemos superado, la comodidad y el capricho y los hemos vencido; las veces que hemos decidido “no meternos en líos ni en nada” y… finalmente hemos salido en defensa de nuestro prójimo ofendido o calumniado.

En ese brevísimo “cuentecito” del padre que tenía dos hijos… Jesús ha hecho una radiografía de este mundo y de cada uno de nosotros. Hemos quedado retratados. Aparecen nuestras hondas incongruencias, debilidades, deseos… ¿Qué hacer? Pongámonos ante Él, con noble humildad, y digámosle como Pedro: Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero. O como el padre de aquel muchacho enfermo: Creo, Señor; pero ven en ayuda de mi incredulidad. Volver hacia Él, con corazón contrito que se siente amado, es la conversión que necesitamos todos los días de nuestra vida. Él nos guiará, como nos enseña a rezar el salmista, por las sendas de la humildad, a llevar una vida en Cristo Jesús, es decir, una vida verdaderamente cristiana.

NOTICIAS

+El 30 de julio en Santiz recibieron la comunión Rebeca, Dalia, Fran y Joni.

+ Hace 30 años, había en la cárceles españolas 18.000 presos. Hoy 79.000. ¿Qué ha ocurrido? Porque, además, no son pocos los que piensan que muchos de los que están fuera, debían estar dentro. ¿A qué se debe todo esto? ¿Qué ha pasado? ¿Qué se puede hacer?

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