sábado, 5 de marzo de 2011

HOJA 50

LA PALABRA DE DIOS


Mirad: hoy os pongo delante maldición y bendición; la bendición si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios que yo os mando hoy; la maldición si no escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios y os desviáis del camino que hoy os marco… (Deuteronomio 11, 26-28) Primera Lectura

Por la fe en Jesucristo viene la justicia de Dios a todos los que creen, sin distinción alguna. Pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús. (Romanos 3, 22-24) Segunda Lectura

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me dice: “Señor, Señor” entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo… El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca… El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente. (Mateo 7, 21.24, 26-28) Evangelio



Sé la roca de mi refugio, Señor.

A ti, Señor, me acojo: no quede defraudado;

Tú que eres justo, ponme a salvo;

inclina tu oído hacia mí, ven a prisa a librarme.

Tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu Nombre dirígeme y guíame.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,

sálvame por tu misericordia.

Sed fuertes y valientes de corazón

los que esperáis en el Señor.

Sé la roca de mi refugio, Señor.


REFLEXIÓN

Nosotros los cristianos, la comunidad de la Iglesia, tenemos a nuestra disposición una Palabra que merece toda nuestra confianza; pero debemos desconfiar de la perniciosa tendencia a darnos satisfechos por la simple escucha de las que Jesús califica estas palabras mías. Esa especie de autocomplacencia en algunas devociones desviadas dejará ver rápidamente sus graves fallos que desembocan en la ruina: la ruina de una ilusión, de una fe incompleta, la de unos “creyentes” demasiado despistados, por no aplicarse a lo esencial, a las exigencias concretas que se encierran en esas palabras suyas. No es superfluo, ni mucho menos, hacer oración, invocar a Dios, acudir al templo, llevar una vida más o menos fervorosa y no hacerle mal a nadie… Pero todo eso es insuficiente en tanto no se dé el paso fundamental que consiste en poner en práctica la Palabra de Jesús.

Curiosamente en todos los discursos, enseñanzas, exhortaciones –como queramos llamarlas- que el Evangelio de san Mateo pone en labios de Jesús terminan con una referencia clara al juicio. Esto es, los discípulos de Jesús, la comunidad eclesial, hemos de pasar por juicio y que la perspectiva de ese momento inevitable para todos debe orientar nuestra vida. La primera Lectura de hoy proclama también ese punto ¿Cómo me coloco yo ante las palabras de Jesús? ¿qué fuerza operativa tienen en mí? Las palabras de Jesús –“estas palabras mías”, dice Él- nos sitúan imperiosamente ante nuestra responsabilidad. Las de hoy encierran todo el Sermón de la Montaña, que hemos ido escuchando estos últimos cinco domingos. ¿Me he limitado a escucharlas en la iglesia? ¿Han calado en mi vida hasta el punto de ir poniéndolas en práctica? En otras palabras, desde el sentir de la mente y el corazón de Jesús: ¿soy un hombre prudente o un hombre necio?.

Recordemos sus palabras ahora que nos acercamos a la Cuaresma, esas palabras que nos juzgarán ¿En verdad pongo sincero y real empeño en ser misericordioso, limpio de corazón, pacífico..? ¿soy sal y luz en mi familia, vecindario, pueblo, con cuantos me relaciono? ¿me parezco al Padre del cielo perdonado y rezando por los que me hacen mal? ¿tengo tal confianza en Él que busco ansiadamente su Reino?

COMENZAMOS LA CUARESMA

La cuaresma que iniciaremos el día 9, miércoles de ceniza, no es un residuo arqueológico de prácticas ascéticas de otros tiempos, sino la ocasión propicia de una experiencia más sentida de la participación en el Misterio Pascual de Cristo. Un tiempo en el que la comunidad eclesial se deja purificar por su Señor. Es la acción purificadora y salvadora de Jesucristo sobre nosotros el acento singular que lleva la Cuaresma. Por ello tiene un carácter especialmente bautismal. El Bautismo es el que realiza en cada uno de nosotros esa obra santificadora, que ha de manifestarse en una vida propia de hijos de Dios. Por tanto es toda la comunidad de la Iglesia, todos nosotros, quien es llamada para que se deje limpiar y santificar por su Salvador y Señor. Por ello el Sacramento de la Penitencia alcanza en este tiempo su importancia: rechazo al pecado como ofensa a Dios y al prójimo, petición de perdón e intercesión por los pecadores.

¿De qué medios disponemos? Afianzarnos en la escucha más frecuente de la Palabra de Dios (en la liturgia y en casa), la oración más intensa y prolongada (en el templo y en la soledad), unos hábitos penitentes de austeridad, compartir los bienes singularmente con los necesitados mediante las obras de misericordia y caridad. Son medios que nos ayudan a la verdadera conversión a Dios, al despliegue de nuestra vida propia de bautizados.


DÍA DEL SEMINARIO 2011

Con el lema “Sacerdotes, don de Dios para el mundo” la Iglesia en España celebra el Día del Seminario, agradeciendo las vocaciones recibidas y pidiendo que surjan algunas nuevas. Nuestro seminario de Salamanca cuenta con dos seminaristas: Andrés y Daniel. Andrés está realizando la etapa de pastoral previa a la ordenación en la parroquia de Guijuelo, junto a Gregorio y Amable (cura joven). El jueves por la tarde Miguel estuvo tomando un café con Andrés y Amable, se les veía muy ilusionados y contentos con la gran tarea que tienen de niños y jóvenes. Daniel está estudiando en Madrid teología moral. Os invitamos a pedir por ellos y a rezar para que surjan nuevas vocaciones sacerdotales; quien sabe si alguna en nuestra unidad pastoral. Aquí os va la oración de este año, al menos una vez al mes se podía rezar.

Señor Jesús,


que nos prometiste: «pedid y recibiréis,


llamad y se os abrirá»,


regálanos las vocaciones sacerdotales


que tanto necesita tu Iglesia y el mundo de hoy.


Haz que las familias sean el campo fértil donde puedan germinar.


Bendice el trabajo apostólico de catequistas y educadores,


para que logren despertar


y madurar la vocación sacerdotal


en aquellos que tú, Señor, has elegido a tu servicio.


Ilumina la tarea educativa de los formadores del Seminario


para que creen un verdadero cenáculo


donde el encuentro contigo ayude a cada seminarista


a configurar su corazón, de Buen Pastor, con el tuyo.


Que Santa María, Reina de los Apóstoles,


lleve de la mano a los seminaristas y sacerdotes para que sean realmente gloria de la Iglesia


y un verdadero don de Dios para el mundo.


Amén

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