viernes, 25 de marzo de 2011

HOJA 53

UNIDAD PASTORAL


Concebimos las Unidades de Pastoral como una etapa intermedia y necesaria de transición entre la actual organización parroquial y una nueva configuración de parroquias acomodada a las actuales circunstancias sociales y religiosas, y a las previsibles en un futuro cercano, a la vez que al ideal de una nueva pastoral misionera desde la comunión eclesial. Por ello, como norma general, orientamos los diversos modelos iniciales de Unidades de Pastoral hacia una conversión final en Parroquias, a lo largo de un proceso de pedagogía pastoral paciente y no apresurado”. (Carlos, Obispo de Salamanca. Enero 2009).

PALABRA DE DIOS

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: ¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y nuestros ganados? Clamó Moisés al Señor y dijo: ¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen. Respondió el Señor a Moisés: Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con el que golpeaste el río y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña y saldrá de ella agua para que bebe el pueblo. Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Massá y Meribá, por la reyerta de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor diciendo: ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros? (Exodo 17, 3-7) Primera Lectura.

Jesús le dijo: El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. La mujer le dice: Señor, dame esa agua. (Juan 4, 13-15) Evangelio



Escucharemos tu voz, Señor

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la roca que nos salva;

entremos en su presencia dándole gracias,

vitoreándolo al son de instrumentos.

Entrad, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios

y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

Ojalá escuchemos hoy su voz:

“No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto,

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y me tentaron, aunque habían visto mis obras.”

Escucharemos tu voz, Señor



Oración

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno por Cristo, Señor nuestro.

Por él concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que, dedicados con mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno, por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser en plenitud hijos de Dios. Por eso, cantamos sin cesar un himno a tu gloria.

REFLEXIÓN

Dada la extensión del pasaje evangélico de este domingo, hemos optado por transcribir sólo unas frases en es hojita; sin embargo, os invitamos a todos a que, durante algunos momentos de la semana, la leáis entera; se halla en el capítulo 4 de san Juan. Si alguien tiene dificultad de encontrarla, muy gustosamente le ayudaremos. Es una amena y jugosa conversación de Jesús con una mujer de Samaría, región céntrica de Israel, con la cual no se llevaban nada bien ni los del norte ni los del sur. En esta charla fecunda, junto a un pozo cargado de historia y sentimiento, como a saltos y sin rigor lógico, por medio de símbolos, dobles sentidos, malentendidos y cierto humor, Jesús, sediento y sudoroso, siembra y regala el Don de Dios a aquella mujer que se creía satisfecha y… como de vuelta ya de todo. Es el proceso de la fe, que no se concreta ni se agota en cosas y lugares externos: santuarios, costumbres, herencias religiosas…, sino que alcanza sólo su realidad y su ser en la aceptación de una persona: Jesucristo. Por ello, el momento cumbre de este hermosísimo diálogo se nos desvela cuando Jesús le dice la samaritana que él es el Don de Dios, el que había de llegar, el que tiene y da el agua de la vida eterna, la única que calma y sacia la sed más honda que hay en el corazón de todo hombre y mujer.

Lo decimos siempre; El es el centro de todo. Por Él opera Dios Padre nuestra conversión; Él nos guía durante la Cuaresma y en todo tiempo. Por Él alcanza consistencia el anuncio y la siembra, la cosecha y los frutos del amor. La samaritana se vuelve –¡ella que creía que estaba de vuelta de todo!- predicadora del Mesías, del que tenía que venir, allí donde menos creíble podía ser ella. Sus paisanos llegan a la fe cuando se encuentran con Jesús; y sólo cuando han pasado por la experiencia de acoger en sus vidas al Señor, comprenden las palabras anteriores de la convertida samaritana.

Esta agua viva que es Jesucristo se derrama sobre nosotros a través de los Sacramentos con los que Él mismo ha dotado a su Iglesia; de forma singular en el Bautismo. Es incorporarse a Él. De ese modo nos hace hijos del Padre. Lo hemos recibido, mas nos falta desplegarlo con mayor intensidad y extensión. La Cuaresma nos conduce a ello. Todo culmina en la Noche de la Pascua, en el día de la Resurrección, cuando renovaremos la profesión de fe y los compromisos bautismales. Hemos de ir preparándonos para que no sea una cosa que pasa, sino una vivencia y realidad que nos llegan y nos impulsan a una nueva vida.



+Os invitamos a todos a visitar nuestra página en internet: www.armuna1.blogspot.com y muy especialmente animamos a que la deis a conocer a vuestros familiares, amigos y conocidos que tengan alguna relación con nuestras parroquias. En esa página encontrarán ellos una posible ayuda para sus vidas; además existe la posibilidad de escribir en ella –en el apartado “comentarios”- cuanto crean que es de orientación y estímulo para bien de todos. Gracias.

POSTRADO ANTE LA CRUZ.



Postrado ante la cruz en la que has muerto

y a la que yo también te he condenado.

Sólo puedo decirte que hoy lo siento.

Sólo puedo decirte que hoy te amo.

Y te pido perdón por mis errores,

y te pido perdón por mis pecados,

Perdóname Señor, hoy me arrepiento,

perdóname mi Dios, crucificado.



Yo he cargado de espinas tu cabeza,

cuando he vuelto la espalda a mis hermanos.

Yo he llenado tu cuerpo de tormentos,

cuando algún semejante he despreciado,

y yo clavo en la cruz tus manos y tus pies,

siempre que a mis amigos y defraudo.

Perdóname Señor, hoy me arrepiento,

perdóname mi Dios, crucificado.



Yo he colmado tu faz de sufrimiento,

cuando he visto injusticia, y he callado.

Yo he sembrado tu alma de amargura,

al fingir siempre ser un buen cristiano.

Yo atravieso tu pecho con la lanza,

siempre que espero amor y yo no amo.

Perdóname Señor, hoy me arrepiento,

perdóname mi Dios, crucificado.

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