viernes, 8 de abril de 2011

HOJA 55

Esto dice el Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. ( Ezequiel 37, 12) Primera Lectura


Si Cristo está en vosotros el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. (Romanos 8, 10-11) Segunda Lectura

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta respondió: Sé que resucitará en la resurrección del último día. Jesús le dice: Yo soy la resurrección y le vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto? Ella contestó: Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo. (Juan 11, 23-27) Evangelio



Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;

Señor, escucha mi voz:

Estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,

¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón

y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,

Espera en su palabra;

mi alma aguarda al Señor

más que el centinela la aurora.

Porque del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa;

y él redimirá a Israel de todos sus delitos.

Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.


Oración

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque en la pasión salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu grandeza y, por la fuerza de la Cruz, el mundo es juzgado como reo y el Crucificado exaltado como Juez poderoso.

Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría te aclamamos con los ángeles y los santos.

REFLEXIÓN

Las Lecturas de hoy son un paso más en la comprensión de los Sacramentos, en especial el Bautismo, cuyas promesas renovaremos en la solemne Vigilia Pascual (a la que es bueno asistir, aunque sea en otro pueblo). Que Jesús se estremezca ante Lázaro sepultado no debemos entenderlo únicamente como expresión de un profundo afecto humano y espiritual. En Jesucristo, el Hijo de Dios, se da un hondo dolor ante lo que el pecado ha hecho del hombre. Como cualquier israelita piadoso y conocedor de las Escrituras, sabe cómo Dios creó a Adán a su imagen, cuerpo y alma, resplandeciente de vida y de belleza. Como en otras muchas ocasiones que nos relatan los evangelios, Jesús se conmovió -¡y sigue conmoviéndose!- al ver el brutal estrago que el pecado ha traído sobre el creado por Dios a su imagen y semejanza; en efecto, la muerte es la consecuencia más dañina y patente del pecado. Mejor que nadie, Jesús, Dios-Hombre, conoce ese drama. No necesita de estudios sociológicos para darse cuenta de cómo el pecado –el extravío de los caminos de Dios- hiere en su vitalidad la vida de sus discípulos, de nosotros, dejándonos a la intemperie, a merced de un paganismo creciente.

Toda vida es fruto sazonado de la voluntad amorosa del Creador. La vida, desagraciada por el pecado, requiere una nueva infusión de vida para resurgir, necesita agua viva que mane hasta la vida eterna; necesita una Luz que ilumine mente y corazón para andar sin error alguno el camino de la vida. Con otras palabras: la vida del hombre requiere Resurrección y Vida. Esta aspiración está latente en el corazón de todo hombre; en ocasiones de forma confusa, y puede que incluso, si no errónea, sí alicorta; como la que expresa Marta, la hermana de Lázaro. A ella –y a todos nosotros- se revela Jesús no como un milagrero que abre tumbas, sino como Resurrección y Vida para los que creen en Él. Al igual que Marta, nosotros los cristianos le confesamos, por el Bautismo, el necesitado del mundo, el que tenía que ser enviado por el Padre, el único que es capaz de infundirnos Resurrección y Vida.

Asociados a Él, incorporados a su Muerte y Resurrección, nosotros los cristianos, la entera comunidad de la Iglesia, redimida por Él y convertida a Él, posee los medios para infundir esta Vida nueva en sus propios miembros y en el mundo. A través de los Sacramentos y de nuestro amor fraterno, el Señor Jesús sigue ofreciéndose como perdón y misericordia, curación y salud para todos cuantos creemos en Él en todo tiempo y lugar. Tiempo singular es la cuaresma; lugar idóneo la confesión, el Sacramento de la Penitencia.



CELEBRAREMOS EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA (confesiones cuaresmales) en la unidad pastoral con los siguiente horarios

MARTES 12

Torresmenudas: de 18,00 a 18,30

Aldearrodrigo: de 18,45 a 19,15

El Arco: de 19,30 a 19,50

San Pelayo: de 19,30 a 19,50

Zamayón: de 20,00 a 20,30



MIERCOLES 13

Almenara: de 18,00 a 18,20

Valverdón: de 18,00 a 18,30

Santiz: de 19,15 a 19,45

Palacios de 20,15 a 21,00



Pecados Capitales -Virtudes para vencerles


1-Soberbia ante el deseo de alto honor y gloria
Humildad :Reconocer que de nosotros mismos solo tenemos la nada y el pecado.


2-Avaricia ante el deseo de acaparar riquezas
Generosidad: Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten.


3- Lujuria ante el apetito sexual
Castidad logra el dominio de los apetitos sensuales




4- Ira ante un daño o dificultad
Paciencia. Sufrir con paz y serenidad todas las adversidades.


5- Gula ante la comida y bebida
Templanza. Moderación en el comer y en el beber




6- Envidia :resiente las cualidades, bienes o logros de otro porque reducen nuestra auto-estima Caridad. Desear y hacer siempre el bien al prójimo




7- Pereza :del desgano por obrar en el trabajo o por responder a los bienes espirituales
Diligencia: Prontitud de ánimo para obrar el bien

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