sábado, 16 de abril de 2011

HOJA 56 SEMANA SANTA

Del Evangelio según san Mateo


Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos diciéndoles: Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con su pollino, desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algo contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto. Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: “Decid a la hija de Sión: Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila.” Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por el camino, algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Viva el Altísimo! Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada: ¿Quién es éste? La gente que venía con él decía: Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea.

PLEGARIA

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Porque se acercan ya los días santos de su pasión salvadora y de su resurrección gloriosa; en ellos celebramos su triunfo sobre el poder de nuestro enemigo y renovamos el misterio de nuestra redención. Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza.

LA SEMANA SANTA

El Domingo de Ramos, hoy, es el inicio de la semana que llamamos santa; también semana mayor. Durante ella, y más concretamente durante el Triduo Pascual, celebramos a Jesucristo en los momentos más centrales de su vida y de su persona. A lo largo de estos días la mirada y la atención de cristiano se dirigen, con mayor intensidad y devoción, a su Señor, Maestro y Salvador. Pese a ello, es Él quien se acerca a nosotros, quien nos mira y ama.

Es él quien desea ardientemente celebrar su Cena con nosotros. En ella nos entrega su Cuerpo y Sangre, como alimento de vida y viático para el camino; se muestra servidor nuestro de una manera que siempre es novedosa para cada generación; nos limpia los pies de nuestro errado camino y nos insta, con su ejemplo hecho recomendación imperiosa, a tratarnos mutuamente de igual forma, a vivir nuestra existencia como entrega de amor de nuestras vidas a favor de nuestros hermanos. Pues sus palabras: haced esto en conmemoración mía” no se reducen a la repetición y actualización ritual de la Eucaristía, sino que alcanza igualmente al amor diario: paciencia y misericordia, corrección y perdón, armonía y paz entre nosotros. ¿Cómo no acompañarlo, adorarlo en la Eucaristía, de forma singular esa tarde, en la solemne reserva?

La Liturgia del Viernes Santo es sobria y de suave dramatismo contenido. El punto sobre la cual gira la celebración es Jesucristo crucificado. La Liturgia de la Palabra desemboca en la pasión y muerte del Jesús según el relato evangélico de san Juan. La comunidad celebradora, oyente de la Palabra, acoge ésta con corazón agradecido, se comprende a sí misma como parte de los redimidos por la Cruz; por ello ora y reza por todo el género humano: creyentes y no creyentes, sin olvidar aquellos hermanos que llevan en sus cuerpos o espíritus las marcas de Cristo doliente. Acto seguido, se acerca a adorar esa Cruz redentora; es un beso o inclinación que ha de significar gratitud y amor, adoración y ofrenda, súplica de perdón y deseo de cambio de vida. Finalmente y con mayor silencio si cabe, a ejemplo de María y José de Arimatea que acogieron en sus brazos a Jesús muerto, y con piedad lo colocaron en un sepulcro nuevo, la comunidad se acerca a la Comunión, con la esperanza puesta en la resurrección.

La Solemne Vigilia Pascual, en la noche del sábado, es la celebración más importante de todo el Año Litúrgico. Congregados en torno a un pequeño fuego, con un gesto sencillo, los fieles encienden la Luz de quien es dueño del tiempo y la eternidad, del Viviente. Haciéndose partícipes de esa Luz entran en el templo para, una vez más, escuchar las grandes maravillas de Dios en la Historia: la creación, las promesas, las liberaciones que el Padre ha ido realizando a favor de cada generación; todas ellas convergen y son superadas rompiendo las ataduras de la muerte, en su Hijo. Por el Bautismo, nos ha incorporado a esa vida. Así pues, es momento adecuado para que, con nuestras lámparas encendidas, rechacemos el mal en nuestras vidas y confesemos nuestra fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Es decir, nuestra vida no estará al servicio de la esclavitud del pecado, sino de la libertad de quienes quieren vivir como hijos de Dios. Es la alegría de la Pascua.

De corazón os deseamos a todos una feliz Semana Santa.

NOTICIAS

+ Aunque sea de forma desigual, es decir, en unas parroquias con mayor dedicación que en otras, lo cierto es que hay personas que, con generosidad y espíritu servicial, se ocupan de preparar todo ( el monumento, la cruz, las imágenes, el agua, el fuego…) para estas celebraciones litúrgicas de la Semana Santa. Para ellas, nuestro reconocimiento y gratitud. Sería de desear que se viera incrementado el número de quienes se ocupan en esta necesaria y meritoria tarea.

+ Desgraciadamente nosotros, los párrocos, no podremos estar en todas las celebraciones de los días centrales de la Semana Santa. No es poco, dada nuestra situación, si conseguimos mantener las esenciales. Ya en los años pasados, algunos de vosotros habéis suplido de forma excelente nuestra forzada ausencia en casos como viacrucis, procesiones… etc. Agradecemos vuestra comprensión y paciencia. El hecho de que os ocupéis de estos actos piadosos es motivo de esperanza en nuestra Unidad de Pastoral.

+ Todos podéis ver en nuestras iglesias los horarios de las celebraciones y actos de piedad. Pero queremos resaltar, por su incomparable importancia, la Solemne Vigilia Pascual. En nuestra Unidad de Pastoral la celebraremos en Torresmenudas a las 21,30 horas y en Almenara de Tormes a las 10,30 del Sábado Santo. Todos estamos invitados, que nadie de ninguna de las otras parroquias piense que no es para él. Acudamos a cualquiera de los dos sitios con devoción y alegría.

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