domingo, 12 de junio de 2011

HOJA 63

PALABRA DE DIOS


Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. (Hechos 2, 1-4) Primera Lectura

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. (1ª Corintios 12, 4-7) Segunda Lectura

Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. (Juan 20, 21-23) Evangelio.







Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre;

don, en tus dones espléndido;

luz que penetra las almas;

fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo,

tregua en el duro trabajo,

brisa en la horas de fuego,

gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,

divina luz, y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro;

mira el poder del pecado

cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermo,

lava las manchas,

infunde calor de vida en el hielo,

doma el espíritu indómito,

guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos.

Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito;

salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

Amén.



REFLEXIÓN

Día solemne es Pentecostés, culminación de la Pascua. La llegada del Espíritu Santo sobre el grupo de los Apóstoles, en oración de espera con María y otras mujeres, es uno de los hitos importantes en el nacimiento de la comunidad de la Iglesia. Todos se llenaron de Espíritu Santo, nos dice el Libro de los Hechos. Poseídos por el Espíritu divino, le lanzan a anunciar a Aquel que los ha constituido Iglesia, comunidad alentada, según san Juan. Participamos pues, nosotros, comunidad de la Iglesia, de la misión encomendada por el Padre a Jesús, el Señor, en la unidad del Espíritu Santo. ¿Qué significa todo esto?

Que nuestras comunidades, pequeñas parcelas de la Iglesia universal, nacen de Dios; tienen en él su origen y fundamento, su razón de existir. Nosotros, miembros de una comunidad concreta, hemos recibido –estamos constantemente recibiendo- el encargo de la misión del Hijo, somos enviados por Dios a nuestro mundo para enseñar lo que Él nos ha enseñado. Que todos nosotros, sus discípulos, recibimos unos mandatos de vida a realizar en comunión con los demás.; que las tareas concretas que nos ha indicado a cada uno tienen su fuente y fuerza en Él, se llevan a cabo en comunión con los demás y tienen como destinatarios los hombres y mujeres con los que convivimos, todos nuestros prójimos. Que el modelo a seguir, el patrón con el que hemos de medir nuestra fidelidad, es el Señor Jesús, el Enviado.

Y es que esta gran fiesta tiene también, para nosotros, un toque de atención: ¿mi vida se acomoda a lo que Pentecostés es? ¿Me preocupo, en unión con los demás, en las tareas propias de la comunidad cristiana en la que vivo o sólo la uso para mis intereses individuales? ¿Mi matrimonio, misión que me ha confiado el Señor, lo vivo como expresión y testimonio del amor fiel y similar del que Jesús tiene para con nosotros? ¿Me ocupo seriamente de la educación religiosa de los hijos en fidelidad al Evangelio? ¿Qué lugar ocupan en mi corazón los tristes y afligidos, los solos y pobres? ¿Colaboro de forma entusiasta y positiva en las tareas del pueblo que van encaminadas al bien de todos? ¿Procuro transmitir alegría y paz, concordia y responsabilidad, seriedad y buen hacer? Hoy es un día de gozo en el Espíritu Santo para cuantos ponen empeño en dejarle alentar e iluminar por Él.

NOTICIAS

+ La comunidad escolar de Torresmenudas despedía al señor maestro, don Miguel, que se jubila tras haber ejercido durante estos últimos veinte años en esa localidad. Entre cantos, poesías, proyecciones audiovisuales y palabras de reconocimiento, el pueblo, singularmente los alumnos y exalumnos, le expresó su gratitud. También la Parroquia de san Román se unió a tan merecido acto. Todos le deseamos, como pedían los niños en la Oración de los Fieles, el disfrute de un dilatado tiempo de jubilación en salud y paz junto a su familia y allegados.

LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO:



Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.

1. SABIDURÍA: Nos permite entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas rectamente.

2. ENTENDIMIENTO: Por él, nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda a entender el por qué de las cosas que nos manda Dios.

3. CIENCIA: Hace capaz a nuestra inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo.

4. CONSEJO: Permite que el alma intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien.

5. FORTALEZA: Fortalece al alma para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no caer en las tentaciones que nos ponga el demonio.

6. PIEDAD: Es un regalo que le da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos, ayudándolos y respetándolos.

7. TEMOR DE DIOS: Le da al alma la docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él



LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO



1. Caridad: El acto de amor de Dios y del prójimo.

2. Gozo espiritual: El que nace del amor divino y bien de nuestros prójimos.

3. Paz: Una tranquilidad de ánimo, que perfecciona este gozo.

4. Paciencia: Sufrimiento sin inquietud en las cosas adversas.

5. Longanimidad: Firmeza del ánimo en sufrir, esperando los bienes eternos.

6. Bondad: Dulzura y rectitud del ánimo.

7. Benignidad: Ser suave y liberal, sin afectación ni desabrimiento.

8. Mansedumbre: Refrenar la ira, y tener dulzura en el trato y condición.

9. Fe: Exacta fidelidad en cumplir lo prometido.

10. Modestia: La que modera, regula en el hombre sus acciones y palabras.

11. Continencia: La que modera los deleites de los sentidos.

12. Castidad: La que refrena los deleites impuros

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