viernes, 30 de diciembre de 2011

FELIZ AÑO 2012

¡Feliz Año nuevo y feliz día de Reyes!




“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz”.

“El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros”.

Estas reconfortadotas palabras, acogidas con sencillez y rumiadas en el corazón, resuenan en la Liturgia del día primero del año, día en el que celebramos la solemnidad de santa María, Madre de Dios. Ella, en esta ocasión, escucha a Dios por la boca de pastores que relatan lo que el ángel les ha anunciado y lo que han oído cantar en la bóveda celeste: “Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Esa meditación no tiene efecto paralizante ni bobalicón ensimismamiento; la vida sigue para ella. “A los ocho días tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús…”. Sigue realizando su tarea de mujer y madre; pero este quehacer responde a lo oído y vivido, a lo meditado en su corazón. Para ella acaba de empezar el año de gracia del Señor; ella lo va viendo reflejando el rostro de Dios, bajo su bendición y protección y en paz.

Esa paz que, también el día 1, suplicamos los cristianos para el mundo entero. Paz suplicada a Dios para que transforme nuestros corazones y sean capaces de materializarla. La honestidad de vida, la actitud de escucha acogedora, la sinceridad de nuestras palabras, la búsqueda del bien… son bases firmes para construir la paz.

Os deseamos un feliz Año nuevo. Como vosotros, somos conscientes del momento singularmente difícil que atravesamos. Sabemos que no está en nuestras manos la solución a esta penosa situación económica que está zarandeando a casi el mundo entero. Pero a ninguno de nosotros se nos oculta que todos podemos poner nuestro granito de arena. Tengamos la generosidad de los Magos que, superando dificultades físicas e insidias humanas, culminaron su trayecto vital ofreciéndose –eso es adorar- al Niño de Dios, al Emmanuel “Dios-con-nosotros”. Él nos lo premiará en salud y alegría, en fortaleza y esperanza. Que se fije en cada uno de nosotros y nos conceda su favor.

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