sábado, 17 de diciembre de 2011

HOJA 79

Lectura del 2º Libro de Samuel


Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos sus enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el Arca del Señor vive en una tienda. Natán respondió al rey: Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo. Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: Ve y dile a mi siervo David: “¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?” (2º Samuel 7, 1-5) Primera Lectura.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor


Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

Porque dije: “tu misericordia es un edificio eterno,

Más que el cielo has afianzado tu fidelidad”.

Sellé una alianza con mi elegido,

jurando a David mi siervo:

“Te fundaré un linaje perpetuo,

edificaré tu trono por todas las edades”.

Él me invocará: “Tú eres mi padre,

mi Dios, mi roca salvadora.”

Le mantendré eternamente mi favor,

y mi alianza con él será estable.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor.



Del evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el señor está contigo; bendita tú entre las mujeres”. Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra: por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible”. María contestó: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel se retiró. (Lucas 1, 26-38) Evangelio


COMENTARIO
La mayoría de las religiones de la tierra tienen como raíz central el noble y, más o menos, limpio deseo de llegar hasta Dios. Para ello se dotan los hombres religiosos de ritos, ceremonias, sacrificios, ofrendas… Muy distinta es la idea central de la nuestra, de la confesión de fe cristiana. Esta afirma como realidad primordial que es Dios quien llega hasta nosotros. El rey David es, en gran medida, ejemplo de la primera: él quiere levantar una morada para Dios. Ejemplo sublime de la segunda es María: ella se abre a Dios que llega a ella. Y éste sí que es el punto esencial, la realidad viva del Adviento y de la Navidad. Por eso es menester, es de toda necesidad que nos fijemos en María; en cómo es su religión, es decir, su relación con Dios, el Santo.

Indudablemente nuestra relación con Dios, la religión que practicamos, está envuelta y, a la vez, se despliega en cumplimientos de normas, ceremonias y ritos, oraciones y súplicas. Unas veces son festivos, otras luctuosos. Nuestras peticiones suelen ser de perdón, de suplicar favores; en ocasiones de dar gracias, y no faltan las alabanzas y reconocimientos. Qué duda cabe que todo esto es conveniente y bueno, justo y necesario. Sin embargo, nada de esto encontramos en el relato que nos escribe san Lucas en el evangelio de hoy. La oración de María –expresión de su religión, relación con Dios- es distinta. No pide, no ruega, no aspira, no intercede. ¿Pues qué dice, qué hace? Sencillamente… acepta, se vacía, se ofrece; se dona y entrega. Deja y consiente que Dios haga en ella cuanto Él quiera. Esas son sus palabras; esa es su oración; esa es su relación con Dios. “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Esa es su religión, su fe, su vida. Jesús, como hombre verdadero, muy probablemente aprendió de María a orar así, a vivir así. Ya lo contenía uno de los salmos inspirados: “No quieres sacrificios ni ofrendas… Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad”. Así lo rezó y vivió Jesús mismo en la hora suprema en el Huerto de los Olivos: “Padre mío,… no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres Tú”. Así es la oración cristiana, esa oración que Él nos ha enseñado. Esa actitud de adoración, vaciamiento, ofrenda de uno mismo se halla en las primeras peticiones del Padrenuestro. Es acoger y aceptar, con humildad y fe, que Dios mismo tome posesión de vida, como su morada. Nuestra vida para Él. Santa María del Adviento, ruega por nosotros.





NOTICIAS

+ Casi un tercio del número de personas que atiende Caritas son de aquellos a los cuales los servicios públicos orientan hacia ella. Su labor es ingente, pero cada vez se ve más desbordada por la creciente demanda de cuantos necesitan verdadera ayuda. Sabemos que Caritas es la principal organización, de entre las que tenemos los cristianos, que se ocupa en la ayuda y promoción social. Es algo a lo que nosotros no podemos renunciar ni abandonar. Requiere nuestra permanente atención en todo tiempo; pero muy singularmente en Adviento y Navidad. Una vez más recordamos a todos –nos recordamos- que ella precisa de nuestra colaboración y participación. Podemos hacernos socios; podemos también ingresar alguna cantidad en

Caja Duero:2104-0000-18-0001016252

Caja Rural:3016-0114-11-1293770812

Banco Popular:0075-5701-27-0700786155







SEGÚN UN ESTUDIO ESTAS SON LAS


5 COSAS DE LAS QUE NOS ARREPENTIMOS ANTES DE MORIR


1.-"Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí"
 2.-"Desearía no haber trabajado tan duro”
3.-"Desearía haber tenido el coraje para expresar mis sentimientos" 4.-"Desearía haberme mantenido en contacto con mis amigos"
5.-"Desearía haberme permitido ser más feliz"

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