sábado, 7 de enero de 2012

HOJA 80

Del profeta Isaías


Esto dice el Señor: Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones… Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he tomado de la mano, te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas. (Isaías 42, 1.6-7) Primera Lectura

De los Hechos de los Apóstoles

Pedro tomó la palabra y dijo:… Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el Bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con Él. (Hechos 10, 36-38) Segunda Lectura

Del Evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo clamaba Juan: Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo. Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia Él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado, mi preferido. (Marcos 1, 6-11) Evangelio.


El Señor bendice a su pueblo con la paz

Hijos de Dios, aclamad al Señor,

aclamad la gloria del Señor,

postraos ante el Señor en el atrio sagrado.

La voz del Señor sobre las aguas,

el Señor sobre las aguas torrenciales.

La voz del Señor es potente,

la voz del Señor es magnífica.

El Señor de la gloria ha tronado.

El Señor descorteza las selvas.

En su templo un grito unánime: ¡Gloria!

El Señor se sienta por encima del aguacero,

el Señor se sienta como rey eterno.

El Señor bendice a su pueblo con la paz.



REFLEXIÓN

Este acontecimiento de la recepción del bautismo, que realiza el Bautista, por parte de Jesús fue un punto de referencia en las primeras catequesis de los Apóstoles, y los evangelios lo narran como una puesta de largo de Jesús. Es un momento importante en su vida, como el trampolín que lo lanza al cumplimiento de su misión.

Una de las cosas que más nos laceran y desconciertan es, cuando lo percibimos así, el silencio de Dios ante nuestras súplicas o ante las atrocidades que vemos en este mundo. El silencio de Dios puede ser, en no pocas ocasiones, una piedra de tropiezo. Lo fue para el pueblo de Isarael; lo es también hoy para la Iglesia. Los hombres estamos necesitados de alguien que nos libere y acompañe. Todos lo buscamos. Algunos lo buscan en el alcohol, diario o semanal, que le haga olvidar las penas o el peso de la angustia que llevan dentro; otros en el sexo indiscriminado que alivie su insoportable soledad interior; tampoco faltan aquellos que en la acumulación de bienes y riquezas creen encontrar seguridad ante la finitud y vaciedad de sus vidas; no olvidemos a cuantos en el aturdimiento del ruido, que aísla, pretenden acallar sus miedos o responsabilidades; como igualmente quienes se aferran que lo bueno es aquello que en cada momento les apetece o gusta. De esas maneras se encuentran con diosecillos que les aprisionan y deshumanizan.

En este suceso que relata el Evangelio de hoy, no sólo se abre el cielo, sino que también se oye la voz de Dios. En esa fila de penitentes, ansiosos de verse libres de sus miserias y de la inminente ira divina –como anunciaba el Bautista-, se halla quien, como un hombre cualquiera, pasará haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el mal. El Espíritu de Dios, su dedo, lo señala como la Palabra esperada; esa Palabra definitiva, portadora de la Verdad que nos hace libres, Camino seguro que conduce a la Vida imperecedera. Entre nosotros necesitados, en medio de nuestra pobreza, se presenta y es presentado Jesús.

NOTICIAS

+ (No olvidemos que los censos municipales, en nuestros pueblos, registran un número superior a los que realmente residen) Según datos tomados (julio 2011) del Instituto Nacional de Estadística, la población censada que supera los 75 años de edad en el conjunto de los pueblos de nuestra Unidad de Pastoral es de 291 personas. En cambio, los menores de 20 años son 201. Hay, pues, un claro desequilibrio y una nítida tendencia a al envejecimiento de la población. Desconocemos el futuro. Pero, cabe preguntarnos: ¿cuántos vivirán dentro de 10 ó 12 años de esas 291 personas mayores de 75 años? No lo sabemos; pero no es descabellado suponer que no pocos de ellos, aunque no sólo ellos, habrán terminado sus días. Sean los que sean, éstos tendrán relevo, dado que existe un buen grupo de entre los mayores de 60 años que ocuparán su sitio. Pero, ¿y de los menores de 20 años? ¿Cuántos de ellos, dentro de 10 ó 12 años, estarán viviendo y residiendo entre nosotros? ¿podemos suponer razonablemente que en los próximos años van a nacer –y vivir aquí- unos 150 ó 200 niños nuevos? No lo sabemos; el futuro no lo conoce nadie. Pero, ¿a usted qué le parece?

Lo que sí sabemos es que los datos actuales son objetivos y reales, sin olvidar que los censos están algo “inflados”. Estos datos demográficos piden de nosotros una reflexión y una programación, a la hora de encauzar la vida y actividades de los municipios, en orden a una nueva racionalización de los recursos, bienes, subvenciones, ayudas… de los que se disponen. Como párrocos, no pretendemos dictaminar lo que se ha de hacer; sencillamente, ponemos estas leves reflexiones a la consideración de todos, pues, salvo equivocación grave, tenemos como más que probable que hoy, y en el futuro, no se pueden aplicar las políticas de hace 10 años, y que sería gran error si se deja esta cuestión en manos sólo de las Administraciones estatales. Lo que está en juego es nuestro presente y nuestro futuro. Nuestro.

+ Damos las gracias a cuantos, en estas últimas semanas, se han ocupado de preparar los nacimientos en las iglesias, con los adornos navideños. Son detalles de colaboración y ayuda que todos reconocemos.

+ El 26 de diciembre de 2011 bautizamos en Almenara a Adrián, hijo de José Luis y Bárbara Sofía.

+El 27 de diciembre de 2011 enterramos en Palacios a Santiago Luis Panero Rivas. Descanse en paz.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

HOJA 99

En aquellos días Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: Haremos to...