sábado, 28 de enero de 2012

HOJA 83


Del Libro del Deuteronomio


Habló Moisés al pueblo diciendo: El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo, de tus hermanos. A él le escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en Horeb, el de la asamblea: “No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir.” El Señor me respondió: “Tienen razón: suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca y les dirá lo que yo les mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, es reo de muerte.” (Deuteronomio 18, 15-20) Primera Lectura

Ojalá escuchéis hoy su voz;


No endurezcáis vuestros corazones.

Venid, aclamemos al Señor,

démos vítores a la Roca que nos salva;

entremos en su presencia dándole gracias,

vitoreándolo al son de instrumentos.

Porque Él es nuestro Dios

y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz;

No endurezcáis vuestros corazones.



Del evangelio según san Marcos

Llegó Jesús a Cafarnaún, y cuando al sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús lo increpó: Cállate y sal de él. El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos los manda y le obedecen. Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea. (Marcos 1, 21-28) Evangelio

REFLEXIÓN

El párrafo del Evangelio con el que la Iglesia nos alimenta este domingo forma parte de un conjunto intencionadamente elaborado. Son acciones de Jesús realizadas inmediatamente después de haber anunciado la llegada del Reino de Dios, con el consiguiente imperativo de acogerlo con fe, y también tras la llamada de los primeros discípulos. Estas acciones, todas ellas salvadoras, ocurren en tres lugares muy vinculados a la vida del hombre: la sinagoga, la casa y la calle. En los tres el hombre es liberado de las fuerzas del mal. La página de hoy sucede en la primera, en el lugar de la oración.

Este Jesús es el profeta que Moisés, de parte de Dios, había anunciado al pueblo; es cercano y familiar y su palabra libera y salva, por ello debe ser escuchado y obedecido. En él reside la Palabra creadora, la que tiene la autoridad, lo opuesto a la inmundicia. Con sola su presencia desestabiliza a esos poderes malignos sobre los cuales el hombre, por sí mismo, carece de fuerzas para substraerse. En el relato evangélico es denominado espíritu inmundo, significa todo lo que no es apto para la más mínima relación con Dios que es puro y santo. La fuerza del espíritu inmundo es grande; lo atestigua su estruendoso alarido, así como la violenta agitación a que somete al hombre. Esa potencia impresiona a la multitud, como nos sobrecoge a los hombres cada vez que sentimos el poder irreprimible de un mal que nos aplasta. Frente a esa amalgama de maldad destructora y vocerío de lo inmundo se impone la fuerza de la palabra de Jesús, su autoridad, palabra que es acción: cállate, cesa en tu actividad, deja libre al oprimido, vete, sal.

Notemos que esto ocurre en la sinagoga, lugar de reunión el sábado para la oración. El plato fuerte de esta asamblea era la lectura de los Libros sagrados, de las gestas del Dios de la Alianza, de los mandatos y sus promesas. Sucede en sábado, el día siguiente a la coronación de la creación del universo y la humanidad, día de la luz y la salud, el día del Señor. En ese lugar y día, Jesús realiza el primer signo salvador de la llegada del Reino de Dios que acababa de pregonar. Acontece hoy; desde Dios todo es siempre nuevo. Su autoridad se extiende a lo largo de la historia y llega a nuestras vidas.

El evangelio de san Marcos es un Libro muy rico, muy profundo y hasta muy sublime; no podemos contentarnos con sacar aplicaciones fáciles y precipitadas, pues nos invita y empuja a una honda reflexión, a una oración serena. Parece haber querido responder a una pregunta que es clave y crucial: ¿quién es Jesucristo? ¿Cómo podemos llegar a ese conocimiento? Hoy diríamos: ¿qué es evangelizar? ¿Cómo ha de ser nuestra catequesis y anuncio? No nos referimos sólo a la doctrina y a los sermones de los sacerdotes, sino muy singularmente a cómo hemos de anunciar todos nosotros la Buena Noticia del Reino a los hombres que Dios nos ha regalado como vecinos y compañeros en el viaje de la vida.

NOTICIAS

La semana pasada anunciamos el fallecimiento en Almenara de José Antonio, hubo un error el nombre correcto es JUAN ANTONIO Sánchez del Arco.

CORAZON DE RATÓN


Cuenta una antigua fábula india que había un ratón que estaba siempre angustiado, porque tenía miedo al gato. Un mago se compadeció de él y lo convirtió… en un gato. Pero entonces empezó a sentir miedo del perro. De modo que el mago lo convirtió en perro. Luego empezó a sentir miedo de la pantera, y el mago lo convirtió en pantera. Con lo cual comenzó a temer al cazador. Llegado a este punto, el mago se dio por vencido y volvió a convertirlo en ratón, diciéndole: “Nada de lo que haga por ti va a servirte de ayuda, porque siempre tendrás el corazón de un ratón”.

Esta bella historia que reproduce el gran maestro espiritual Anthony de Mello nos ilumina sobre la esperanza : Toda esperanza es del tamaño del corazón que espera.

Hoy muchos seres humanos sólo esperan tener un buen coche, un empleo bien remunerado, viajes, objetos, posición. Por eso, su esperanza no acaba de motivarlos en profundidad, viven con un horizonte ridículo. “Todas mis esperanzas están en mí ”, escribió Terencio.

Depende pues del desarrollo interior de la persona, de la capacidad de abrir sus horizontes y de ser feliz, porque la felicidad no es otra cosa que nuestra aptitud de esperar, es decir de creer en la vida. Y eso, como vulgarmente se dice, es “lo último que se pierde”. Puedes carecer de todo, estar, como Robinson Crusoe, en una isla desierta. Pero si hay esperanza, todo es posible, incluso ser feliz en esa isla desierta.

Vivimos en un mundo de desesperados y desesperanzados. El número de solitarios en la gran ciudad, el aumento de depresiones, la falta de estímulos e ilusiones en la juventud, las desigualdades, el aburrimiento, la saciedad material y de consumo nos bloquean para creer en el futuro o para darnos cuenta de que, si despertamos en nuestro interior, ya somos en realidad lo que esperamos ser.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la fábula, sobre todo la enseñanza que tiene...Comparto con vosotros la idea de que vivimos en un mundo al que le falta la esperanza y me pregunto muchas veces la manera de cambiar esta manera de ver la vida. Pienso que nos falta tiempo para profundizar y reflexionar en lo que de verdad somos...

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