sábado, 14 de abril de 2012

2º DOMINGO DE PASCUA

De los Hechos de los Apóstoles:


En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenían. Los Apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor. Todos eran muy bien vistos. Ninguna pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a la disposición de los Apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno. (Hechos 4, 32-25) Primera Lectura



De la primera carta de san Juan:

Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Aquel que da el ser ama también al que ha nacido de Él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe; porque, ¿quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre: y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. (1ª Juan 5, 1-6) Segunda Lectura



Del Evangelio según san Juan:

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos; y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y diciendo esto les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se lo retengáis les quedan retenidos”. (Juan 20, 19-23) Evangelio





Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza

a gloria de la Víctima propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado que a las ovejas salva,

a Dios y a los culpables unió en nueva Alianza.

Lucharon vida y muerte en singular batalla

y, muerto el que es Vida, triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?

-A mi Señor glorioso, la tumba abandonada,

los ángeles testigos, sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea, allí el señor aguarda;

allí veréis los suyos la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia

que estás resucitado; la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate de la miseria humana

y da a tus fieles parte de tu victoria santa.

Amén Aleluya.



REFLEXION



Ya unos cuantos siglos antes de Jesucristo, escribía Aristóteles que los amigos lo tienen todo en común. Es éste uno de los ideales de la unión y comunión, uno de los anhelos de la humanidad. Sin embargo, se nos presenta como inalcanzable como logro universal. El egoísmo, con sus múltiples facetas y manifestaciones, nos dificulta sobremanera alcanzar la realización de esta aspiración. Con todo, ahí está como ideal. En Jesús, el Hijo de Dios, se ha cumplido. En unión perfecta con Dios Padre nos ha aunado a El. Para ello fue enviado y a ello nos envía. Dejándonos encontrar por Él se apaciguan –Paz a vosotros- nuestros inquietos y malignos deseos. Es como un nuevo nacimiento –tal cosa es el Bautismo-, que, nacidos de Dios, queremos comportarnos como hijos de nuestro Padre con el amor a Él a nuestros hermanos. Pues todo el que ama a Aquel que da el ser ama también al que ha nacido de Él. Es lo lógico en el grupo de los creyentes. Lo propio de ellos; lo que han de vivir y transmitir.

Las formas pueden ser muy variadas, como distintas son las situaciones y tiempos por los que ha atravesado y atraviesa la comunidad cristiana, el grupo de los creyentes. El momento de hoy es de gran zozobra. Se han conmovido los cimientos que, en otro tiempo, sostenían unas relaciones cordiales, hospitalarias, de cercanía y ayuda mutuas, de compañía serena. Y han surgido los individualismos, el competir y querer encumbrarse sobre y a costa de los demás; florece la indiferencia y avaricia. Casi nos hemos olvidado Quién nos ha creado y cuál es el verdadero destino de cada uno de nosotros y de la humanidad en su totalidad y unidad. Encerrados en nosotros mismos –como los discípulos, por miedo-, caemos en la parálisis del espíritu y olvidamos al que pasa aún mayores necesidades.

¿Se puede salir de esta lamentable situación? Sí. Jesucristo, muerto y resucitado, nos lo atestigua. No será por el camino del acaparamiento, de las riquezas, de las especulaciones de los poderosos. El camino seguro, mostrado y testimoniado por Él, es el compartir, el donar, el amar. Supliquemos ese Espíritu que enciende nuestros corazones y lo hace posible. Pidámoslo así todos, unos por los otros.


GRACIAS


<> Gracias a todos cuantos habéis compartido con nosotros las celebraciones litúrgicas propias de la Semana Santa. Muy singularmente queremos resaltar la ayuda que habéis prestado, en las diferentes parroquias de nuestra Unidad de Pastoral, para el desarrollo de dichas celebraciones. A los Ayuntamientos que han donado los ramos, a cuantos os ocupasteis de distribuirlos y a quienes habéis orientado y dirigido algunos actos de piedad. No podemos olvidar a lo que habéis preparado los Monumentos, las imágenes, manteles, el agua, el fuego… Muchas gracias a todos. Somos conscientes también de vuestra comprensiva aceptación ante nuestra forzada ausencia en algunos de los ritos de estos días.

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