Hermanos: Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos. (Efesios 1, 17-23) Segunda Lectura
Del Evangelio según san Marcos:
En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once, y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer, será condenado. A los que crean les acompañarán estos signos: echarán en mi nombre demonios, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos. El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban. (Marcos 16, 15-20) Evangelio.
Dios asciende entre aclamaciones,
El Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo:
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.
Tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad.
porque Dios es el Rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se siente en su trono sagrado.
Dios asciende entre aclamaciones,
El Señor, al son de trompetas.
REFLEXIÓN
Siempre fue en jueves hasta que dejó de serlo. ¡Cómo cambian las cosas! Es verdad, ha cambiado de día, pero seguimos celebrando esta solemnidad de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo. En plena primavera, el séptimo domingo después de la Pascua, los cristianos hemos señalado ese día jubiloso para celebrar el colofón de la obra que Dios Padre ha realizado, por su Hijo encarnado, en nuestro favor, a favor de la humanidad redimida. El que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, realizada la misión a Él encomendada, subió al cielo, y está sentado a la derecha de Dios Padre. Es el día del triunfo definitivo; del triunfo absoluto. Ante éste todos los éxitos, incluso los importantes, palidecen. Si bien es más justo y estimulante afirmar que todos los sanos avances que la humanidad va realizando son destellos, todavía en penumbra, de la gloria a la que está destinada. Es, por lo tanto, nuestra la esta fiesta que hoy celebramos. Es nuestra porque Jesucristo, ascendido al cielo, es nuestra Cabeza y está siempre con nosotros; no nos ha abandonado. Lo profesamos alegre y firmemente en el Prefacio que hemos rezado este domingo: No se ha ido para desentenderse de este mundo, sino que ha querido precedernos como Cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino.
Eso mismo es lo que nos dice san Pablo en la carta a los Efesios (Segunda Lectura). Si la leemos con calma y lentamente, saborearemos el apremiante deseo de participar en esa gloria a la que estamos llamados y destinados. Con los ojos puestos en esa meta, podremos relativizar y discernir con acierto nuestros objetivos y, también, comprender que algunos de nuestros aparentes fracasos llevan semilla de eternidad. Sólo con nuestra mente y corazón humanos es difícil –por no decir, imposible- hallar el camino para alcanzar esa herencia gloriosa que nos espera. Por eso, en todo tiempo pero singularmente en éste, es menester suplicar el Espíritu Santo para que nos ilumine y conduzca. Hagámoslo así con insistencia, fervor y confianza.
NOTICIAS
+ Con gran alegría y solemnidad celebramos en Aldearrodrigo el día 8 la fiesta de san Miguel, arcángel. En esa festividad, tan arraigada en la parroquia, don Miguel, uno de los sacerdotes de nuestra Unidad de Pastoral, nos ayudó a reflexionar, valiéndose del significado del nombre del arcángel, sobre cómo es la imagen que con nuestra vida manifestamos y proyectamos de Dios. Ese día, en el que el Excmo. Ayuntamiento nos invitó a compartir la comida juntos, fue el inicio de diversos actos festivos que culminaron en el fin de semana con notable participación de muchos residentes fuera y que vinieron a la fiesta. De entre esos actos destacamos, como parroquia, la solemne Bendición de campos, el sábado día 12. Fue una semana que ha ayudado a todos a sentirse mejores vecinos, más amigos y a potenciar el sentido de parroquia.
+ Es normal que nos cueste y apene que ciertas celebraciones no se puedan llevar a cabo como hace cinco, diez o quince años atrás. Diversos factores se nos han echado como encima e imposibilitan que sea como antaño. Tal ocurre, entre otras, con la fiesta de san Isidro y la Bendición de los campos. Sin embargo, esta dificultad no nos priva de que todo ello se realice; es más, nos es una ayuda notable para que lo que podemos hacer, lo hagamos con mayor sinceridad y sentido genuino. Y así lo intentamos la mayoría que vamos aceptando con serenidad la realidad que se nos impone. En torno al día de san Isidro hemos bendecido nuestros campos, dando gracias a Dios por el don de la tierra, de la que venimos y volveremos, por la salud que nos permite cultivarla y hallar el sustento, al tiempo que le suplicamos nos conceda sus frutos y los disfrutemos compartiéndolos en paz.
VALVERDÓN
+ El sábado, día 12, recibió sepultura cristiana en Aldearrodrigo Marcelino Herrero Alonso. Descanse en paz.
+ El día 18 estuvimos reunidos con el Sr. Obispo todos los sacerdotes de este arciprestazgo para revisar la tarea del curso y programar de cara al próximo. La Diócesis está dividida en 12 arciprestazgos. Cada uno de éstos comprende una porción territorial de parroquias, unidas por la cercanía y similitud de características. El nuestro lleva el nombre de “La Armuña” y comprende las siguientes poblaciones: Aldearrodrigo, Almenara de Tormes, El Arco, Palacios del Arzobispo, San Pelayo de Guareña, Santiz, Torresmenudas, Valverdón, Zamayón, Calzada de Valdunciel, Carbajosa de Armuña, Castellanos de Villiquera, Forfoleda, La Mata de Armuña, Topas, Valdelosa, Valdunciel, Aldeanuela de Figueroa, Arcediano, Negrilla de Palencia, Palencia de Negrilla, Pedrosillo el Ralo, Tardáguila, La Vellés, Cabezabellosa de la Calzada, Espino de la Orbada, Gomecello, La Orbada, Pajares de la Laguna, Parada de Rubiales, El Pedroso de Armuña, Pitiegua, Villanueva de los Pavones y Villaverde de Guareña. A este arciprestazgo lo atendemos diez sacerdotes, solamente dos tienen menos de 65 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario