viernes, 21 de mayo de 2010

HOJA 23


Del libro de los Hechos de los Apóstoles


Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban; ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.

ORACIÓN

Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santifica a tu Iglesia, extendida por todas las naciones; derrama los confines de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo.

REFLEXIÓN

Esa amplia lista de pueblos, países y razas que trascribe el Libro de los Hechos abarca la totalidad de naciones de las que tenía noticia un hombre culto de aquella época. Podríamos decir que, para él, era la totalidad de los habitantes de la tierra. Todos ellos, como representantes de la humanidad, se congregan, desconcertados, ante un “algo” que han oído y no se explican ni el origen ni el hecho mismo. Es más; sorprendidos, caen en la cuenta de que están entendiendo a quienes les hablan en otro idioma. En un momento, aquel ruido del cielo, como de un viento recio y unas lenguas, como llamaradas habían anulado los efectos nocivos de dos realidades que dividen y disgregan a la humanidad: las fronteras y los idiomas. Cada uno de ellos, sin perder su identidad cultural y lingüística, comenzaron a entenderse. Es Pentecostés: la llegada del Espíritu Santo.

Sobre los discípulos desciende el Espíritu Santo, les envolvió y les llenó. El Libro lo dice con unas palabras claras y vigorosas: se llenaron todos de Espíritu Santo. Es el Espíritu, pues, quien les impulsa a salir, a hablar. La página del Libro que hoy es proclamada nos dice que hablaron de las maravillas de Dios; las siguientes irán concretando de forma nítida que la maravilla de Dios por excelencia es Jesucristo, muerto y resucitado, y que todos los congregados, unidos por la fe en El, forman un solo cuerpo, el pueblo de los salvados. ¿Sucedió todo esto sólo aquel día? No. Sucede también hoy. Dios Padre, lleno de bondad, con la fuerza del Espíritu Santo, da vida y santifica todo y congrega a su pueblo sin cesar… desde donde sale el sol hasta el ocaso. Así lo proclamamos el Día del Señor, en el que suplicamos que el Espíritu santifique nuestras humildes ofrendas, para que sean la comida y bebida que nos une a Jesús, a través de las cuales Él no hermana consigo mismo y entre nosotros, y llenos de su Espíritu Santo formemos un solo cuerpo y un solo espíritu. Sí, es su Iglesia santa y necesitada, a la vez, de permanente purificación. Por eso no dejamos de pedir: acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el domingo. Sí. Somos nosotros. Sobre nosotros se realiza el misterio de Pentecostés. Congregados para oír las maravillas de Dios –su Palabra salvadora-, celebrar a Jesucristo, somos enviados a anunciarlo a Él , no a tal o cual santo que nos libre de la faringitis o de un pedrisco a nuestros frutales. Proclamarlo de palabra y obra, con actitudes de humildad y servicio, de honestidad y responsabilidad en la familia, vecindad y en los ámbitos laborales en los que nos desenvolvemos, solícitos con los necesitados, sean cuales sean su país o color.


NOTICIAS

+El fin de semana del 8-9 de mayo celebrábamos en Aldearrodrigo la festividad de la aparición de San Miguel y la bendición de campos. Todo ello acompaños de gran cantidad de hijos del pueblo, con las banderas, estandartes e imágenes engalanadas . Como D. Luis estaba de baja, fue el otro sacerdote de la unidad pastoral quien presidió las celebraciones.

+ Después de haber recibido la necesaria instrucción catequética en la Parroquia donde viven, en Salamanca, los padres de Laura Yenes Nieto la presentaron para el Bautismo. Fue bautizada en Aldearrodrigo el día 1 de mayo.

+ Enterramos jueves 20 en Almenara a José Luis Hernández García. Descanse en paz.





Ven, Espíritu Creador,

visita los corazones de los tuyos,

colma con la Gracia de lo Alto

las entrañas que Tú creaste.


Tú, a quien llamamos Defensor,

don del Dios Altísimo,

la fuente viva, el fuego, la caridad,

la unción alentada por Ti.


Tú, que te das en siete dones,

dedo de la mano derecha del Padre;

Tú, su promesa fielmente cumplida,

enriquece nuestros labios con la Palabra.


Enciende la luz en los ojos,

infunde el amor en los corazones,

fortalece con la fuerza que no cesa

la flaqueza de nuestro cuerpo.

Aleja cada vez más al enemigo,

danos la paz como don primero

y así, guiados por Ti,

evitemos toda senda que nos daña.

Por Ti conozcamos al Padre

y conozcamos también al Hijo

y creamos en Ti, don del uno y del otro,

en el transcurso eterno del tiempo.

A Dios, el Padre, y al Hijo

que resucitó de entre los muertos,

y al Paráclito que nos defiende,

gloria sea en los siglos de los siglos.

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