sábado, 7 de mayo de 2011

HOJA 58


DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO

               Hermanos:
               Si llamáis Padre al que juzga a dad uno, según sus obras, sin parcialidad, tomad en serio vuestro proceder en esta vida. Ya sabéis con qué os rescataron de este proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por vuestro bien. Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza.

Señor, me enseñarás el sendero de la vida.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Señor, me enseñarás el sendero de la vida.
ORACIÓN
               En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado. Porque él no cesa de ofrecerse por nosotros, de interceder por todos ante ti; inmolado, ya no vuelve a morir; sacrificado, vive para siempre. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria.
REFLEXIÓN
               Con una seria advertencia o, si se prefiere, con una recomendación apremiante, san Pedro nos insta a proceder con seriedad; lo que el Antiguo Testamento denominaba temor de Dios. Es aquello que, en ocasiones, la madre cuando éramos pequeños nos advertía: “ya verás cuando venga y se entere tu padre”. No era tanto el infundir terror cuanto el señalar a quien se le debía obediencia de amor. Con nadie hemos de tener –como forma natural de vivir- ese amor obediencial como con Dios, a quien le debemos todo, de quien hemos recibido la vida con el encargo de una tarea a realizar durante ella. A él, que el Santo, hemos de dar cuenta, de nuestra vida de bautizados y partícipes del Cuerpo de su Hijo. Desde la obediencia a Dios nos santificamos. Es lo que Jesús nos enseña en el Padrenuestro –que es súplica y programa de vida-: Santificado sea tu Nombre…, hágase tu voluntad.
               La entrega del Padrenuestro al recién bautizado forma parte importante del Sacramento. Desde ese momento, el cristiano puede llamar a Dios, por su gracia, Padre; y no una vez o dos, sino diariamente y en múltiples momentos hemos de invocarlo así. Es el Padre celestial, lleno de mansedumbre y amorosa providencia, del que Jesús nos habla en las parábolas y en diversas ocasiones; más también es el Padre al que debemos sincera obediencia ya que es la autoridad que nos enseña a sus hijos el camino fiel de la ejecución de su voluntad en la tierra como en el cielo. La conciencia de tener a Dios por Padre no debe llevarnos a una falsa seguridad y a un engaño personal, como les sucedió a los judíos, cuando el Bautista tuvo que recriminarles su vana autocomplacencia por ser hijos de la promesa.
               El deseo de cumplir cada día, mediante las obras, la voluntad de Dios se hace especialmente comprensible por el hecho de que Dios no mira lo exterior, las bellas palabras, sino el cumplimiento callado del deber en la vida de todos los días. Aunque cada cosa que hacemos tiene su importancia y nuestros actos forman parte de un continuo, la vida entera, en su totalidad de sentido, es lo que principalmente hemos de tomar en serio a la hora de nuestro proceder. Actualizando siempre la orientación de vida recibida en el Bautismo, los cristianos vamos renovando constantemente nuestra renuncia a todo insensato proceder y alimentándonos de la fe y esperanza en Dios.
NOTICIAS
+ Desde hace muchos años ya, el lunes siguiente a la octava de Pascua, conocido como lunes de aguas, el pueblo de Torresmenudas celebra sus fiestas en torno a la Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Paz. También este año se hizo con vivo fervor. Durante esos días, los “habituales” y un nutrido grupo de residentes en otros lugares nos dimos cita a los pies de la Virgen para, con cantos y danzas, pedir su protección para que nuestros días transcurran en la Paz que Jesucristo resucitado nos regala. Fue un día bonito, emotivo y fervoroso. Al final, todos nos deseábamos poder llegar, con salud de alma y cuerpo, al próximo año.
+ El día 4 de mayo recibió cristiana sepultura en Torresmenudas Sinforiano Sánchez Pascual. Descanse en paz.
+ Con seguridad estamos todos de acuerdo que lo hecho por Bin Laden es enteramente vituperable y deleznable; sus numerosos crímenes no tienen justificación alguna. Sin embargo, cabe la pregunta: ¿la forma y el modo que han rodeado su muerte han estado bien? ¿Qué te parece?
CANTO
El Señor ha resucitado y vive con nosotros
Cuando juntos pasamos amando
a través del dolor y la muerte
y esperando con Dios encontrarnos,
es la Pascua de Cristo en la tierra.
Cuando alguien que pasa la vida
empeñado en amar a los hombres,
y al final se lo lleva la muerte,
es la Pascua de Cristo en la tierra.
Cuando el Cuerpo de Cristo partido
y su Sangre sagrada se vierte
para hacerse alimento y bebida,
es la Pascua de Cristo en la tierra.
El Señor ha resucitado y vive con nosotros

No hay comentarios:

Publicar un comentario

HOJA 99

En aquellos días Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: Haremos to...