sábado, 5 de noviembre de 2011

Hoja 73

ESTE ES EL TIEMPO EN QUE LLEGAS

Este es el tiempo en que llegas,

Esposo, tan de repente,

que invitas a los que velan

y olvidas a los que duermen.

Salen cantando a tu encuentro

doncellas con ramos verdes

y lámparas que guardaron

copioso y claro el aceite.


¡Cómo golpean las necias

las puertas de tu banquete!

¡Y cómo lloran a oscuras

los ojos que no han de verte!


Mira que estamos alerta,

Esposo, por si vinieres,

y está el corazón velando,

mientras los ojos se duermen.

Danos un puesto a tu mesa,

Amor que a la noche vienes,

antes que la noche acabe

y que la puerta se cierre.






De la 1ª carta de san Pablo a los Tesalonicences


Hermanos:

No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y ha resucitado, del mismo modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con Él. (Tesalonicences 4, 12s) Segunda Lectura.

Del evangelio según san Mateo

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.

Dichoso el que teme al Señor.

¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso,

te irá bien.

Tu mujer como parra fecunda,

en medio de tu casa;

tus hijos como renuevos de olivo

alrededor de tu mesa.

Esta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

Dichoso el que teme al Señor.



Oración

Te damos gracias, Señor y Padre nuestro, te bendecimos y glorificamos, porque has creado todas las cosas y nos has llamado a la vida. Tú nunca nos dejas solos, te manifiestas vivo y presente en medio de nosotros. Ya en tiempos antiguos guiaste a Israel, tu pueblo, con mano poderosa y brazo extendido a través de un inmenso desierto. Hoy acompañas a tu Iglesia peregrina, dándole la fuerza de tu Espíritu. Por medio de tu Hijo nos abres el camino de la vida, para que, a través de este mundo, lleguemos al gozo perfecto de tu Reino. Por eso cantamos sin cesar un himno a tu gloria.

REFLEXIÓN

En estos domingos del mes de noviembre, mes destemplado y variable, cuando asistimos al imparable despojo de los árboles y a la agonía de la luz solar, la Iglesia pone a nuestra consideración la caducidad de todo lo terreno y especialmente nuestra propia vida temporal. Es un ejercicio sano acordarse de nuestras postrimerías, de lo que inevitablemente nos espera; no se trata de infundir un agobiante miedo sino una prudente sensatez. Siempre que el Nuevo Testamento quiere llevarnos a que reflexionemos sobre la gloriosa y última venida de Jesucristo utiliza un doble registro temporal; contempla a la vez el futuro y el presente: “Entonces aparecerá en el cielo...” es el futuro. “Velad…, no sabéis…, estad preparados” es el presente. Sabemos que la futura venida compromete nuestra vida actual, que hoy nos preparamos para los cambios de mañana, que la actualidad prepara el futuro. La situación en la que seremos encontrados en el futuro no se podrá improvisar aquel día.

Pero Jesucristo, el Señor, no es el actual ausente que un día se hará presente. No. Está siempre a nuestra puerta y llama; viene a nosotros constantemente hecho Palabra y Sacramento, y se “oculta” tras el prójimo, singularmente en el pobre. Nosotros hemos de ponernos en camino, con el aceite en las lámparas, en su búsqueda; en la búsqueda de Él que sale a nuestro encuentro. En ocasiones, la tardanza en sentirlo, en que sea un encuentro vivo, lejos de desanimarnos ha de producir en nosotros una vigilancia activa, un redoblar nuestra súplica avivando nuestro ardiente deseo. Lo peor que nos puede suceder es que llegue a nosotros, hecho Palabra o hecho grito silencioso en el prójimo necesitado, y nos encuentre sin el aceite de la espera activa, que nos halle sin preparación y adormilados. ¿De qué servirá ya entonces la súplica tardía? No nos reconocerá como de los suyos.

NOTICIAS

+ El día 31 de octubre dimos cristina sepultura, en Santiz, a Francisca Mozo Coca.El 1 de noviembre, en Aldearrodrigo, dimos sepultura cristiana a Eustaquio Gallego Romero. Y el 3 de noviembre en Santiz también dimos cristiana sepultura a Pilar Juan Juan. Descansen en paz

+ Hace ya unas cuantas semanas se apagaron el bullicio alegre y la algazara de los niños y jovencitos que visitaron nuestros pueblos. Hemos vuelto a la cruda realidad en la que se sumergen nuestros núcleos de población, que, al igual que otros muchos castellanoleoneses, van menguando. En 55 municipios de nuestra provincia no hay niños menores de cinco años. Poco a poco, se van cerrando escuelas. En nuestros pueblos solo queda abierta la escuela en Valverdón y en Santiz. No hay renuevo; cada vez somos menos. Paulatinamente diminuimos en número. En 1970 en nuestra Unidad de Pastoral vivían 2720 personas; en 1991 bajó ya a 1851. Sigue descendiendo la población. Y hay una particularidad que hemos de tener en cuenta a la hora de valorar estos datos. Hace 20 ó 30 años, los censos se acoplaban por entero a la población real. Sabemos que hoy no es del todo así. En nuestros pueblos residen menos de lo que los censos municipales indican. Cada uno de nosotros podemos comprobarlo en nuestro pueblo. Mucha gente veraneando y poquitos invernando. Y asistiendo a misa…..


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