Hermanos: Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor. Recordad, si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas, trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. También, por nuestra parte, no cesamos de dar gracias a Dios porque al recibir la Palabra de Dios que os predicamos la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes. (Tesalonicenses 2, 7-13) Primera Lectura.
Del Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: … Vosotros en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro padre, el del cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. (Mateo 13, 8-12) Evangelio
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor,
ahora y por siempre.
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Oración
Te damos gracias, Señor. Tú nos has creado para que vivamos para ti y nos amemos los unos a los otros. Tú quieres que nos miremos y dialoguemos como hermanos, de manera que podamos compartir las cosas buenas y también las difíciles. Por eso, Padre, estamos contentos y te damos gracias. Nos unimos a todos los que creen en ti, y con los santos y los ángeles te cantamos con gozo.
REFLEXION
¡Qué bonito es este salmo de respuesta a la Palabra que Dios nos dirige hoy! ¡Cuánta paz poseerá quien pueda rezarlo sin petulancia! ¡A cuánta paz puede llegar quien lo recita con deseo vehemente! Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor, es, ante todo, la súplica de quien se acuna en los brazos del Padre, junto a Él. Es la oración del pobre y humilde, del sencillo y necesitado, de quien tiene a Dios como su tesoro. De quien no pretende nada tanto como ser una criatura amada por Dios, como el niño que satisface sus necesidades con sólo estar en el regazo de la madre, y así aquieta sus ímpetus innecesarios. ¡Cuánto necesitamos estos sentimientos en medio de tanta agitación y sobresalto1 ¡Cuánto debíamos practicarlo en todo tiempo! ¡Qué consuelo y alegría tan grandes sentirse –o buscar ese sentimiento- de estar en los brazos amorosos de Dios!
Jesús fustiga con fuerza la actitud contraria que ve en los dirigentes del pueblo de Israel; teme que a nosotros nos pase lo mismo. Por ello, tras criticar las prácticas del orgullo que va inherente al encumbramiento, nos insiste que, entre nosotros, ha de reinar la igualdad de hermanos con la característica del servicio humilde y mutuo. Ha de imperar esa delicadeza natural que, en el cristiano, alcanza la categoría de caridad verdadera; ésta, lejos de ser gravosa –nos dice san Pablo-, empuja a la entrega servicial y gratuita de la Palabra del Evangelio y a la disponibilidad de nuestras vidas para cuantos nos necesiten. Los Santos, cuya Fiesta celebraremos en breve, realizaron sus grandes obras reformadoras, notorias o silenciosas, viviendo a Dios en sus almas, a ejemplo de María, la esclava del Señor. ¿Qué tenemos que corregir en nuestras vidas para ajustarlas a las palabras del Señor? ¿Qué pasos hemos de dar para que nuestro hacer refleje esa caridad humilde y servicial?
NOTICIAS
+El 24 de octubre enterramos en Palacios del Arzobispo a Inocencio Herrero Rodríguez. Descanse en paz.
+ Estos días visitaremos nuestros cementerios. Con seguridad nosotros, los sacerdotes, nos podremos estar de la misma forma que hace ocho o diez años. Pero ello no es óbice para que nuestra oración a Dios por los difuntos sea menos agradecida e intensa. Estemos atentos a los horarios que se nos han indicado y acudamos unidos a la oración compartida; pues todos los difuntos nos pertenecen y todos seremos, un día, difuntos.
+ENCUESTA SOBRE LOS CATOLICOS EN ESPAÑA
El mundo católico presenta hoy, en nuestro país, una notable fragmentación. Cierto que cuando se pregunta a los españoles cómo se definen en el terreno religioso, un 75% se acoge a la etiqueta genérica de “católico”. Pero cuando se profundiza un poco más se descubre que en realidad apenas un 16% se considera “católico practicante”, es decir, católico realmente ejerciente o activo. ¿Qué ocurre con el 59% restante? Se reparte entre quienes se definen como “católicos poco practicantes” (26%) o, más rotundamente, como “no practicantes” (33%). Un “católico poco practicante” puede entenderse como alguien que mantiene una especie de relación desmotivada y a tiempo parcial con su fe y con su iglesia. Más complejo resulta entender qué cosa pueda ser eso de “católico no practicante”. Sea lo que fuere, lo cierto es que los abundantes datos de encuesta existentes muestran que ese tercio de españoles (33%) que se definen como “católicos no practicantes” se encuentran por lo general mucho más cerca, en actitudes y opiniones, de quienes se definen como “no creyentes” que de quienes lo hacen como “católicos practicantes”.
En todo caso, lo que estos datos permiten concluir es que lo que predomina claramente en la sociedad española actual es la tibieza (o podría quizá decirse también la templanza) en materia religiosa: quienes se posicionan en esta tema con rotundidad y sin ambigüedades (es decir, los que se definen como católicos practicantes o como no creyentes) representan tan solo, respectivamente, el 16% y el 23% de la población adulta española actual. La clara mayoría (el 59% restante) se define en cambio como católica, sí, pero poco o nada practicante, algo que probablemente no difiere mucho de considerarse casi o claramente no creyente.
Resulta curioso que aquellos que se denominan católicos no creyentes o no practicantes son los más exigentes -rayando con frecuencia en la imposición y la intolerancia- a la hora de pedir en las parroquias Sacramentos y ritos de los que hacen en la práctica caso omiso, cuando no burla".
ORACION DIA DE LOS SANTOS
Peregrinos del Reino celeste,
hoy, con nuestras plegarias y cantos,
invocamos a todos los santos,
revestidos de cándida veste.
Estos son los que a Cristo siguieron,
y por Cristo la vida entregaron,
en su sangre de Dios se lavaron,
testimonio de amigos le dieron.
Sólo a Dios en la tierra buscaron,
y de todos hermanos se hicieron.
Porque a todos sus brazos se abrieron,
Éstos son los que a Dios encontraron.
Desde el cielo, nos llega cercana
su presencia y su luz guiadora:
nos invitan, nos llaman ahora,
compañeros seremos mañana.
Animosos, sigamos sus huellas,
nuestro barro será transformado
hasta verse con Cristo elevado
junto a Dios en su cielo de estrellas.
Gloria a Dios, que ilumina este día:
gloria al padre que quiso crearnos,
gloria al Hijo, que vino a salvarnos,
y al Espíritu que Él nos envía. Amén.
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