viernes, 1 de octubre de 2010

HOJA 31

DE LA SEGUNDA CARTA DE SAN PABLO A TIMOTEO


Querido hermano: Aviva el fuego de la gracia de Dios que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio según las fuerzas que Dios te dé. Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas, y vive con fe y amor cristiano. Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.



Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

vitoreándolo al son de instrumentos.

Escucharemos tu voz, Señor.

Entrad, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Escucharemos tu voz, Señor:

“No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto,

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Escucharemos tu voz, Señor

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN

Aunque de carta distinta, bien podría haber sido continuación de la que el domingo pasado la Iglesia nos anunciaba y oíamos en la segunda lectura: “Combate el buen combate de la fe”. De plana actualidad y muy oportunas las palabras de san Pablo que encarecidamente nos exhorta hoy a volver al fuego del inicio de nuestra fe, a los momentos claves de nuestra historia de vida cristiana; para que ésta no mengüe y pierda calor o se extinga y se apague. Hay que revivir esa llama de la fe. Y ello porque el enfriamiento ahoga el entusiasmo y acarrea miedo y vergüenza. El soplo de los malos aires deja sin vigor la llama del amor. Sin amor, nos acecha la cobardía para confesar nuestra fe y potencia la vergüenza de anunciarla.

Hay que volver los ojos, el pensamiento y el deseo hacia Aquel que creó en nosotros los momentos claves de nuestro itinerario humano y sagrado. A Quien nos hizo hijos por el Bautismo, a Quien nos ha perdonado, a Quien nos alimenta y entra en nuestra vida para dirigirla en paz y esperanza, a Quien selló la fidelidad de los casados, como signo de amor al mundo y alentó el deseo y la fuerza necesaria para llevar a cabo un proyecto familiar, punto de arranque de un hogar como ámbito natural de aceptación, acogida, libertad y amor.

A Quien nos ha constituido familia y comunidad que permanece abierta a Dios, le escucha, le ora, le suplica y le agradece. Familia y comunidad de miembros vivos que, sin rubor, con decisión y humildad proclama ante sus semejantes a Jesucristo, Señor.

Donde cada uno de los miembros de esa familia toma parte en la tarea de evangelizar, de servir a los hermanos. Y todo ello, porque su vida está enraizada y unida al Señor por la fe, y a los hermanos por el amor cristiano. La vida cristiana, la vida de fe, la vida de la Iglesia permanecerá, no porque podamos tener la santa Misa –preludio de unos aperitivos- el día de san Roque o en otra fiesta cualquiera, sino porque los cristianos la confesamos de palabra y obra, sin cobardía ni vergüenza.

NOTICIAS

+El pasado domingo, día 26, tuvo lugar en Aldearrodrigo la procesión de la Virgen, rezando el Rosario, y el Ofertorio a Nuestra Señora; aunque acudimos un número ligeramente inferior al de años anteriores, resultó una tarde devota, alegre y festiva. Este domingo de hoy será el Ofertorio en la parroquia de El Arco y en San Pelayo de Guareña. Y el próximo domingo, día 10, en la de Zamayón y Palacios del Arzobispo.

+ “Queridísimos jóvenes: al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año Jubilar: la Cruz de Cristo. LLevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús por la humanidad, y anunciad a todos que solo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención”.

Así entregó el Santo Padre Juan Pablo II la Cruz a los jóvenes en el año 1984 al término del Año Santo de la Redención (el que la Iglesia había celebrado desde la Pascua del año anterior, 1983, recordando el 1950 aniversario de la muerte de Cristo por todos nosotros en la Cruz).

Y a esa Cruz que el Papa les entregó, en su peregrinación por todo el mundo, “millones de jóvenes la han tocado y han rezado ante ella. Les ha mostrado cuál es el sentido de su vida; se ha convertido para ellos en un poderoso símbolo de esperanza; les ha llenado de inmensa alegría; en ella han experimentado que Jesús les ama; ha servido para que todos los jóvenes se unan… La Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud ha sido para ellos una maravillosa experiencia de fe y de vida nueva.”

Ahora, del 27 al 31 de octubre próximo, llegará a nuestra Diócesis de Salamanca. Viene como preparación para la JMJ de Madrid, en agosto de 2011.

Y usando de nuevo las palabras que el mismo Juan Pablo II dijo el 4 de abril de 2004, un año antes de su muerte, para recordar el 20 aniversario de la entrega de la Cruz a los jóvenes, “viene como antorcha que pasa de mano en mano, y se ha convertido en el signo luminoso de la confianza que impulsa a las jóvenes generaciones del tercer milenio”. CRUZ – a LA VIDA.



¿ CÓMO SURGIÓ EL ROSARIO?

El rosario aparece como una simple “corona de cuentas”-serie de toscos nudos- cuya finalidad instrumental es enumerar las plegarias recitadas, gestos codificables, versos de súplica o alabanza, salmos de amor o loor…; en suma una memoria de acciones, que lo mismo podía dirigirse a María que a otros altos protectores.

Con el tiempo será una plegaria específicamente mariana. Se produce en un contexto cultural-religioso de un pueblo que conoce, ama y ora a la Virgen Madre de Jesús, y le gusta memorizar cuantas veces dice que canta y ama. Tan piadoso pueblo es el cristiano medieval.

Esta piadosa costumbre la encontraron Santo Domingo de Guzmán y sus compañeros en el siglo XIII. La encontraron y la aplaudieron, y parecía plausible “enumerar” cuántas veces los labios creyentes decían sus laúdes, pues la cuenta de amores interesa a quien los profesa.

Los dominicos medievales aprovechando esta piedad rudimentaria, algo milagrera y demasiado mecánica, fueron introduciendo motivos bíblicos y teológicos que hacían a María digna de tanto amor y alabanza tan reiterada. (Seguiremos con la explicación Fray Cándido Aniz Iriarte. O.P. )



No hay comentarios:

Publicar un comentario

HOJA 99

En aquellos días Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: Haremos to...